Crean literatura móvil

AutorCarlos Contreras Elvira

Si preguntamos a la gente su opinión sobre los mensajes enviados a través del celular, es posible que nos encontremos con tres tipos de respuestas: los jóvenes hablarán maravillas de esta manera de comunicarse; las personas maduras dirán, entre apesadumbradas y orgullosas, que no saben usar esta aplicación y no comprenden lo que sus hijos escriben y, por último, los profesores (cansados de corregir exámenes llenos de faltas de ortografía derivadas del uso excesivo que sus alumnos hacen de las síncopas) responderán con el rictus torcido que les parece una forma de destrozar el lenguaje.

Estos últimos añadirán que les parece aberrante la reciente creación de un diccionario que recoge las abreviaturas que los jóvenes usan en sus mensajes ya que, si por algo se caracteriza este neolenguaje, es porque no sigue pautas preestablecidas y cada cual reduce como le viene en gana. Y, si por casualidades de la vida, el maestro es uno de esos tipos leídos que se jactan de serlo, seguro que aprovecha la ocasión para argumentarnos esta incongruencia luciéndose: "Porque un neolenguaje -como dijo Orwell en su 1984- se va cimentando y muta tan rápidamente como aparece dentro de la anacrónica paradoja de su formalismo sígnico y funcional". Y es que autores como Eric Arthur Blair, George Orwell o Miguel Delibes ya auguraron la aparición de futuros neolenguajes en sus novelas.

Sea como fuere, lo que nadie puede negar es que este fenómeno comunicativo ha sido el soporte desde el que se ha proyectado un nuevo boom literario que pronto afectará nuestra vida. En algunos países, tener un mensaje nuevo en el celular significa haber recibido un capítulo de la novela de moda a la que todo el mundo está enganchado, el periódico o una fotonovela... Bienvenidos a la era del micropublishing: tiene usted cuatro mensajes nuevos.

Mensaje 1: Antecedentes

Como en casi todo lo que tiene que ver con la electrónica, el mercado asiático es la cabeza visible de este nuevo advenimiento. Hace sólo dos años, el descenso de lectores japoneses parecía irrefrenable. Según la Asociación Japonesa de Editoriales, la facturación de libros y revistas lleva cayendo desde hace siete años consecutivos, y en el 2003 llegó a ser un 20 por ciento menor que la del año anterior.

Una de las razones principales del alejamiento que se ha producido entre el público y los libros es la creciente difusión de Internet y la telefonía celular. Pese a sus reticencias primeras, las editoriales se han unido a la...

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