Lleva su arte al altar

AutorSilvia Cherem S.

Cuando a principios de 2008 lo invitaron a concursar para realizar el retablo de la Catedral Basílica de Zacatecas, Javier Marín titubeó, casi desdeñó la propuesta. Pensaba que siendo escultor de desnudos, lo suyo quizá no eran los retablos de santos. Y temía además que se usara su nombre en un concurso amañado que a priori tuviera como ganador a un artista local.

Marín nunca había atendido concursos y no tenía tiempo ni para respirar. Destinaba su energía a la creación de una instalación que incluía nueve colosales caballos, cuyos jinetes desnudos, devastados y consumidos, regresarían sin heroísmo a casa: Pietrasanta -centro internacional de la elaboración de mármol y bronce en la Toscana italiana- porque, tras años de soñarlo, finalmente expondría su obra en espacios públicos europeos.

Dos semanas antes de partir a Europa, ya terminada su instalación, recordó la llamada del entonces secretario de turismo de Zacatecas, Rafael Flores, quien, aún con el sabor de la exposición Retroperspectiva, presentada en noviembre de 2005 en el Ex Templo de San Agustín de la capital zacatecana, lo había invitado a concursar para realizar la obra principal de la catedral del estado, templo dedicado a la Virgen de la Asunción. Había 15 artistas trabajando propuestas del retablo y Marín no lo dudó más.

La catedral, vieja conocida

Cuando Javier Marín expuso en Zacatecas visitó más de una vez la catedral. Le impresionaba su belleza barroca, su cantera rosa, sus columnas salomónicas churriguerescas, pero detestaba que fuera un mero cascarón.

"Siempre hacía yo la misma reflexión. La veía por fuera y decía: ¡qué increíble catedral! Me fascinaba su exuberancia barroca, pero al entrar se me caía el ánimo: no había a dónde dirigirse, carecía de algún punto importante".

Marín no toleraba el interior aciago de aquel monumento artístico construido en el siglo 18 y cuyo retablo quedó inconcluso. Prevalecía un vacío arquitectónico y litúrgico porque todo se fue eliminando: el retablo de cantera que quizá diseñó Manuel Tolsá entre 1803 y 1847, el baldaquín que lo sustituyó, el mural de Manuel Pastrana instalado en 1895 y el ciprés de mármol de carrara que, al ser suprimido en 1964, dejó a la catedral sin ningún elemento de remate.

"Hace algunas décadas rasuraron todo", dice Javier. "Pelaron los altares, pusieron muebles simples, colgaron focos ahorradores sobre los candiles de prismas. El muro del retablo principal estaba vacío y yo sólo me preguntaba cómo era posible que...

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