Llevan al teatro dolor migrante

AutorIsrael Sánchez

Mientras se formaban como actores en Venezuela con la reconocida Elia Schneider, Jesús Domínguez y Sebastián Torres montaron un fragmento de Los emigrantes, de Slawomir Mrozek. Y no imaginaron que una década después ellos mismos vivirían como exiliados en otra nación.

Tras un par de años refugiados en México, el Grupo Teatral Emergente de Caracas, conformado por ambos actores, escenifica una nueva versión de este clásico contemporáneo, Emigrantes, estrenado el domingo en el Teatro La Capilla.

En la obra, dos personajes, un intelectual y un obrero, hacen a un lado sus diferencias mientras enfrentan una dura realidad.

"Es un llamado a la tolerancia. Estos dos emigrantes conviven en un país que no es el suyo y que los obliga a unirse, a entenderse a pesar de lo diferentes que son", detalla en entrevista Domínguez (Caracas, 1984), quien dirige la puesta junto con su compatriota Dimas González.

"Vienen del mismo lugar y tienen un mismo dolor, aunque uno emigró por razones económicas y el otro por razones políticas, porque no podía expresarse con libertad".

Torres (Caracas, 1983), a cargo de la adaptación, relata que discutieron seriamente sobre si los personajes debían ser venezolanos o no, pues en la versión original no se especifica ni el lugar donde están ni del que provienen. Simplemente se habla de dos seres humanos.

"Pero lo hicimos en vista de la circunstancia contemporánea de Venezuela, (donde) aproximadamente el 15 por ciento de la población ha migrado en tres años. Son 3 millones de personas en dos años, en tres años; es muchísima gente, gente que se va caminando desde Caracas hasta Perú, que es como caminar desde Ciudad de México hasta Nueva York.

"La situación es tan precaria y difícil que la gente prefiere irse con una maletita y ya", lamenta el actor.

Fue precisamente esta desoladora coyuntura, aunada a la violencia, la razón de su exilio en México.

"Una amiga casi se muere por un balazo; a un tío le clavaron un cuchillo en la espalda; a otro amigo lo asesinaron, y a otro, para robarle el carro, también lo mataron, y a uno más le pegaron un tiro en la cabeza. Y todo en un lapso de mes y medio", comparte Torres.

"Asimismo, ya era bastante difícil conseguir alimentos, y la presión política también (arreciaba). Eso para mí fue fundamental, y dije: 'Es una lotería vivir aquí'".

Un año después de su llegada al País, arribó Domínguez para estudiar en la Escuela Nacional de Arte Teatral.

Reencontrados, pusieron de nuevo en marcha el Grupo...

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