Londres es una fiesta

AutorMauricio Montiel Figueiras

Al igual que París, Londres sigue y seguirá siendo una fiesta. Así lo constaté en abril pasado, al viajar de nuevo a la ciudad fundada en el año 43 d.C. por los romanos con el nombre de Londinium y devastada en el siglo 17 por dos tragedias, la Gran Peste (1664-1665) y el Gran Incendio (1666), registradas por las plumas portentosas de Daniel Defoe (Diario del año de la peste) y Samuel Pepys (Diario). Llegué a Londres al cabo de atravesar buena parte de Gran Bretaña en tren desde Escocia; durante un mes había estado prácticamente recluido en Hawthornden Castle, un silencioso enclave medieval ubicado a media hora de Edimburgo y acondicionado como residencia de escritores por Drue Heinz, la mecenas estadounidense que impulsa -entre otros proyectos- The Paris Review. El contraste entre el bullicio de las calles londinenses y la paz de los bosques escoceses fue, por decir lo menos, tremendo; justo en medio de esa paz había terminado de leer Diario del año de la peste, en cuyas páginas finales se señala: "Jamás se conoció actividad tan intensa en toda Inglaterra como durante los siete años que siguieron a la peste y al incendio de Londres".La intensidad de una capital que ha sobrevivido a diversas debacles me volvió a impresionar al salir de la estación de tren King's Cross y abordar un taxi que me condujo a mi hotel, situado a una cuadra de la estación de metro Earl's Court. Como se sabe, la mejor manera de desplazarse por Londres es el metro o tube, famoso en todo el mundo por la advertencia ideada en 1969 que se presta a curiosas reflexiones existenciales: "Mind the Gap" ("Cuidado con el hueco"). Fácil de usar una vez que se adquiere la llamada Travelcard, el pase que por 7 libras permite trasladarse a lo largo de un día por las zonas uno y dos -las zonas centrales de la ciudad-, el tube londinense me reservaba sin embargo una sorpresa no muy agradable: las líneas Circle (amarilla) y District (verde), las más socorridas por millones de personas, suspenderían el servicio el fin de semana (la District operaría sólo en dirección norte-sur). Era sábado a mediodía y, por los sistemas de sonido del metro, los jefes de estación trataban de mitigar la consternación de no pocos usuarios recomendando establecer "rutas alternativas". Una recomendación similar figuraba en los anuncios que, repartidos en todos los trenes, prevenían sobre la saturación de ciertas líneas del tube entre el 27 de julio y el 12 de agosto debido a la celebración de los XXX...

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