Luis F. Aguilar / Otro Congreso

AutorLuis F. Aguilar

Los vientos de la confrontación parecen haberse aquietado por un rato. El ojo del huracán ha cambiado dirección y ha descendido a depresión tropical. Con la excepción de la violenta borrasca oaxaqueña y sus destrozos absurdos, la política nacional vive una situación de interfase. El Presidente se despide entre discursos, mientras el Presidente electo prepara su equipo para la navegación del país. En el ínterin ha tomado prometedora visibilidad política el Congreso, la institución donde actúan o se forman los políticos y donde coexisten las mayorías y las minorías representativas, los legisladores conscientes de la legitimidad y responsabilidad de su poder público y los que siguen dándole vueltas a la discusión sobre la legitimidad del otro poder, el Ejecutivo.

Después de haber vivido como nunca antes una campaña totalmente presidencialista, sin que importaran los candidatos a senadores y diputados, y después de un tórrido proceso postelectoral centrado en el candidato presidencial que perdió, el resultado político podría ser positivo. A lo mejor hemos volteado la mirada a los otros poderes de la República y hemos (re)descubierto el papel del Congreso como un sitio de conducción del país, dotado de capacidad y responsabilidad directiva propia. Si esto sucede, habremos dado un buen salto en la construcción de la democracia y se interrumpirá la historia de un poder público que antes fue un buen empleado del Ejecutivo y en los últimos años su cómodo saboteador. En las dos modalidades los legisladores no pudieron curarse del síndrome presidencial. Primero fueron un poder público sin poder y después un poder no muy público, con buena parte de los legisladores dedicados a mostrar que tenían el poder de desafiar y boicotear al Presidente, pero sin mostrar que poseían también un poder socialmente útil.

En estos días se escriben muchas advertencias y buenos consejos al Presidente electo, mientras el Congreso queda fuera de foco, como si fuera un poder público de segunda, siendo en cambio el sitio de la política y de las políticas, y en las actuales condiciones el poder llamado a compartir el timón de la conducción del país con el aporte de sus propios recursos y responsabilidades institucionales. Sin embargo, la Presidencia más que el Congreso es el centro de nuestra atención. Estamos más interesados en saber quiénes encabezarán el gabinete que en saber quiénes serán los directivos de las Comisiones del Congreso, que son decisivas para la calidad de...

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