Luis Rubio/ Más allá de Bancomer

AutorLuis Rubio

Poco justificado parece el júbilo que embargó a las autoridades hacendarias luego de que el consejo directivo de Bancomer optara por aceptar la oferta de adquisición de BBV en lugar de la de Banamex. El regocijo de las autoridades respectivas no pudo ser ocultado luego del resultado final del affaire Bancomer, aunque en realidad no hay razones para celebrar. A final de cuentas, el proceso exhibió a una Secretaría de Hacienda, regulatoriamente y en la práctica poderosa y dotada de extraordinarias facultades para influir en el destino de la economía mexicana, sólo capaz de reaccionar, ante su absoluta incapacidad de desarrollar una visión de largo plazo, algo particularmente importante cuando se trata del diseño del sector bancario, cuya trascendencia es evidente para todos. Desde el punto de vista del desarrollo futuro de la economía mexicana y de la ciudadanía en general, lo importante no es quién gana en una puja, sino cómo se juega el juego. En esto, las autoridades salieron reprobadas, por lo que no tienen nada que celebrar.

Los bancos, habría dicho el canciller prusiano Otto von Bismarck, son demasiado importantes como para dejarlos en manos de autoridades incapaces de saber a dónde los quieren llevar. Este es el tema de fondo en el proceso de adquisición de Bancomer, a la sazón el segundo mayor banco del país, cuando, en un primer momento, el banco español Bilbao Vizcaya Argentaria propuso y llegó a un acuerdo de principio con sus accionistas principales, para inmediatamente después verse confrontado por una oferta adicional, esta vez por parte de Banamex, el mayor banco del sistema. Con esta segunda propuesta, el país pareció entrar de lleno en las grandes ligas de la intriga financiera internacional, en donde las ofertas y contraofertas son materia común en el desempeño cotidiano de los mercados. En cierta forma, ambas ofertas se encontraron con autoridades regulatorias prestas para reaccionar ante el cambiante entorno, pero incapaces de prever y desarrollar una visión de largo plazo para el sector financiero.

A decir verdad, el sector financiero ha sufrido los embates de la arbitrariedad burocrática desde hace décadas. Hasta el final de los sesenta, los bancos se distinguieron por ser una fuente segura y confiable de financiamiento para las empresas, con lo que contribuyeron al enorme éxito en el desarrollo industrial del país. En los setenta, sin embargo, el gobierno los obligó a abandonar ese camino para convertirlos en la fuente...

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