Luis F. Aguilar / El gobernar más que el gobernante

AutorLuis F. Aguilar

Lo más importante de este largo periodo de cambio de gobierno es que la política no quedó secuestrada por el pleito electoral. La atención de los ciudadanos de la sociedad económica y civil se centra en el gobierno que está por llegar y en la expectativa de que se tome forma un proceso de gobernar que active las capacidades sociales desaprovechadas, emprenda reformas de futuro y dé respuesta a nuestros problemas crónicos. La cuestión electoral ya no es tema y sobrevive porque es el asunto privado de un político que no acepta resultados, se inventa un programa de acción paralelo al de los poderes públicos para no desaparecer del escenario, incita a movilizaciones el 1 de diciembre por todo el país con el fin de desconocer la legitimidad de la toma de protesta del nuevo Presidente de México y repite la misma canción rencorosa y tonta de llamar títeres y peleles a los candidatos que lo han derrotado.

Fuera de esta anomalía, la aspiración de la sociedad es ver en acción un buen proceso de gobernar. Más que alternancia en el cargo presidencial, lo que importa ahora es una acción de gobierno razonablemente eficaz. Estamos a la espera de gobernantes que gobiernen y que no solo hayan sido legamente elegidos. La democracia electoral es solo una parte de la democracia que realmente importa, la que acredita capacidad de gobernar, dirigir, coordinar, conciliar, hacer cosas de beneficio general. La segunda alternancia se mueve en esa dirección y parece ser que estamos dando honrosa sepultura a un concepto de democracia y transición solo electoral. Importa la democracia como gobierno que gobierne.

La legitimidad de los gobiernos fue la cuestión central de los siglos XIX y XX. Muy bien. Pero hoy en el siglo XXI la cuestión central, decisiva para el futuro de nuestros países y de la democracia misma, es la que se pregunta sobre la capacidad y eficacia directiva de los gobiernos democráticos, políticamente legítimos, y sobre las condiciones que hacen posible que el gobierno gobierne. La cuestión se centra hoy en el proceso de gobernar más que en el gobernante. Importa la efectividad del gobernar y no solo el gobernante legítimo. En democracia el gobernante no es problema, es el proceso de gobernar el que está en problemas por todas partes y suscita dudas.

No se requiere mucha inteligencia para intuir que las condiciones que hacen posible un gobernar eficaz son institucionales, fiscales, administrativas y políticas. El problema de estos años de democracia...

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