Luis H. Álvarez: El panista eterno

AutorErnesto Núñez

Si alguien encarna la evolución del PAN en su propia biografía, ése es Luis Héctor Álvarez.

A punto de cumplir 85 años -con 49 de militancia partidista- el actual comisionado para la paz en Chiapas puede contar la historia de su partido: desde las épocas del activismo casi clandestino, la persecución, el encarcelamiento, la resistencia civil, la huelga de hambre y los fraudes electorales, hasta la transformación del blanquiazul en una institución con vocación de poder, las primeras victorias, la llegada a la Presidencia, las dificultades para gobernar y el juicio de la sociedad.

Cuando en septiembre del 2000 la dirigencia del PAN escogió una figura para homenajear en el primer aniversario del partido después de haber ganado la Presidencia de la República, no hubo dudas: fue Luis H. Álvarez.

Esa vez, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional, Luis Felipe Bravo Mena, describió al homenajeado como ejemplo viviente de congruencia y ética política.

"Donde esté", apuntó, "don Luis es al mismo tiempo ambas, militancia y dirigencia; cuando esto sucede, brota en el cuerpo político al que se pertenece lo que muchos llaman autoridad moral".

Y tres años más tarde, cuando el PAN se hundía en una grave derrota en las elecciones federales para renovar la Cámara de Diputados, hizo ejercicio de esa autoridad ante el CEN para advertir sobre el abandono de las viejas tácticas de lucha esforzada que habían caracterizado al PAN como oposición.

Cuentan los panistas que semanas antes de los comicios del 6 de julio del 2003, Álvarez advirtió sobre la excesiva confianza depositada por el partido en las encuestas y las técnicas del marketing político y el alejamiento de viejas tácticas de lucha política basadas en el contacto directo con los electores.

Los panistas lo conocen simplemente como "don Luis". Es, en efecto, un ícono del PAN, su líder moral, después de haber sido candidato a la Presidencia, presidente del CEN, alcalde de Chihuahua, senador y consejero vitalicio del partido.

Y ya con su partido en el poder, él ha preferido trabajar alejado de los reflectores, buscando la paz en las comunidades más recónditas de Chiapas.

La lucha cívica

Nacido en Santa Rosalía de Camargo, Chihuahua, el 25 de octubre de 1919, don Luis observó de lejos la fundación del PAN ocurrida cuando él tenía 20 años y era estudiante de la Universidad de Texas con un futuro asegurado en los negocios de una familia que había incursionado exitosamente en la industria textil, el comercio y la ganadería.

Fue hasta 1956 cuando se acercó por primera vez a una asamblea panista; "más movido por la curiosidad que por otra cosa", recuerda.

El PAN de Chihuahua elegía candidato a la gubernatura, y en la Convención estaba presente el también chihuahuense Manuel Gómez Morín, fundador del partido.

Álvarez recuerda que la convención estaba atorada por la falta de aspirantes a la candidatura, y que en un receso Gómez Morín se le acercó para platicar. Diez minutos después, le sugirió inscribirse como competidor.

"Mi reacción fue inmediata: le dije que en este momento tenía el honor de conocerlo y que de la política conocía bien poco, que estaba allí como simple curioso".

Minutos después de su negativa, Álvarez pensó en todas las veces que se había quejado en su círculo cercano de amigos por lo mal que estaba el país, la corrupción y la ineficacia de las autoridades, la pobreza y la falta de libertades.

Eran los años de consolidación del PRI como partido de Estado. Culminaba el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines y México pasaba por una etapa de relativa bonanza económica.

La idea de no poder criticar más lo que ocurría a su alrededor sin sentirse incómodo por haber rechazado una oportunidad de participación política, le hizo repensar su respuesta; caminó hacia el presidium y comunicó a Gómez Morín su decisión de participar.

"Evidentemente a falta de mejores opciones, votaron por un servidor, y así fue como me inicié en el ámbito de la actividad política".

Ésa, su primera campaña, marcó lo que años después se convertiría en su propio estilo. Un estilo que en el 2003 echó de menos y que otros panistas definen como las tres "eses" de don Luis: suelas, sudor y saliva.

En efecto, Álvarez caminó por todo el estado de Chihuahua, sudó la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR