Luis Rubio / Un sobre más

AutorLuis Rubio

En la teoría de los sobres -un viejo chiste de la política mexicana- el presidente saliente le deja tres sobres a su sucesor. Cuando las cosas se atoran, el presidente, urgido, recuerda los sobres y abre el primero. "Cúlpame a mí", dice el papel. El presidente López Obrador abrió el primer sobre tiempo antes de su inauguración y le ha venido extrayendo todo el jugo posible, ahora potenciado por las revelaciones de Lozoya, aunque mermado por las de Pío. No hay duda de que va a seguir empujando el tema al máximo sin, lamentablemente, atacar el fondo del problema: la impunidad que yace en el corazón del sistema político. Tarde o temprano dejará de tener efecto.

El segundo sobre -"reorganiza tu gabinete"- va a ser menos impactante. El problema para un presidente que concentra tantas funciones en su chistera y todo lo decide sin ayuda de sus colaboradores, además de que, con mínimas excepciones, les confiere cero espacio y responsabilidad a los integrantes del gabinete, es que nadie siquiera se ha dado cuenta de que cambió el equipo. El segundo sobre queda nulificado por improcedente. Pronto se le va a juntar con el tercer sobre, ese que recomienda preparar otros tres sobres.

Los sobres son relevantes para un gobierno que no tiene mayor aspiración que la de mantener el bote a flote, característica común de muchos gobiernos en todo el mundo. Mejorar un programa aquí, corregir los errores de una política allá, atender los problemas de la comunidad de tal región son todos objetivos válidos y, sin duda, frecuentes en la vida pública.

Pero de vez en cuando llega un gobierno con enormes ambiciones que pretende llevar a cabo una transformación. Algunos de esos gobiernos vienen arropados con grandes ideas, iniciativas y proyectos; a otros los anima no más que la fuerza de su voluntad y la expectativa de que la mera fuerza de su deseo llevará a lograr la ansiada transformación. Cuando la realidad rebasa las expectativas y la ausencia de plan comienza a ser evidente, los sobres se tornan indispensables. ¿Qué ocurre, sin embargo, cuando ya no hay más sobres que abrir y el gobierno ni siquiera ha concluido sus primeros años, tiempo antes de las elecciones intermedias?

El ruido mediático en torno a la corrupción del pasado sin duda va a ser ensordecedor y podría ser infinito si procede con una persecución criminal de algún expresidente. Pero, además de la dudosa legalidad de semejante empresa, uno debe preguntarse si sería suficiente para tapar...

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