Luis Rubio / Año clave

AutorLuis Rubio

Inicia el segundo año completo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, año en que su proyecto y estrategias comenzarán a rendir frutos. Lo que se sembró en su primer año tendrá que arrojar resultados. Por sobre todo, a partir de ahora ya no hay forma de echarle la culpa al pasado, al "cochinero que nos dejaron". El país está firmemente en las manos del presidente y, por lo tanto, la responsabilidad.

Para ahora hay dos cosas indudables: primero, el proyecto central del presidente -el control político- ha avanzado de manera irredenta. Segundo, la economía muestra severa afectación. La afectación se manifiesta de diversas formas, pero dos resumen el dilema: por un lado, no hay inversión privada (y muy poca por parte del sector público); por el otro, la recaudación viene a la baja de manera inexorable. Esto último se explica en buena medida por la falta de crecimiento de la economía, pero su impacto sobre el gasto es dramático, toda vez que las obligaciones del gobierno en materias como la de las pensiones para quienes se retiran aumentan sistemáticamente, lo que minimiza el llamado "espacio fiscal", o sea, el monto disponible para que el gobierno ejerza el gasto y lo dirija hacia sus programas. En adición a lo anterior, la decisión del gobierno de dirigir sus recursos cada vez más escasos a Pemex reduce todavía más sus opciones de gasto.

En honor a la verdad, el problema de la inversión privada no comenzó con este gobierno: ésta prácticamente desapareció desde la campaña de Trump en el 2016, con su amenaza de cancelar el TLC. Ese hecho, muy anterior a AMLO, constituye un indicador obvio de lo que estimula o inhibe la inversión privada, tanto nacional como extranjera. Lo que el TLC aportaba era certidumbre respecto a las reglas del juego, a lo que el gobierno se había comprometido a respetar con el objeto de atraer la inversión. La amenaza de Trump paró la inversión y ésta no se ha repuesto desde entonces tanto porque el nuevo T-MEC elimina la fuente nodal de certidumbre que era el corazón del NAFTA, como porque el gobierno actual muestra una incomprensión cabal (o se niega a aceptar) lo que se requiere para atraer inversión privada. Su insistencia en que las decisiones económicas deben subordinarse a las políticas evidencia una total incomprensión de la naturaleza del siglo XXI.

La pregunta es si, ante el riesgo de que se perpetúe el estancamiento o, peor, que la economía entre en recesión, el gobierno estará dispuesto a...

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