Luis Rubio / Lo que debería seguir

AutorLuis Rubio

Para gobernar, un sistema autoritario requiere no más que habilidad, algunas instituciones y reglas mínimas, porque todo gira en torno a la capacidad del gobernante para imponer su voluntad. Los sistemas políticos abiertos -tanto las democracias consolidadas como naciones en transición- requieren reglas conocidas por todos, que son cumplidas y que se hacen cumplir. El México de hace medio siglo era autoritario y, por sus características, relativamente fácil de gobernar. El México de hoy es grande, complejo y con una amplia y diversa población que requiere reglas y procedimientos, pues sin eso es imposible conciliar diferencias naturales de intereses, objetivos y modos de pensar en ámbitos disímbolos y encontrados: en lo electoral, económico, político y social. Las recientes reformas no hacen sino potenciar la necesidad de avanzar en esa dirección pues, inevitablemente, se va a multiplicar el número de actores y partes interesadas (inversionistas, contratistas, operadores, analistas, burócratas etc.) y, con ellos, los conflictos.

La experiencia del último medio siglo no es encomiable como ejemplo de habilidad y aptitud para construir capacidad de Estado, entendiendo por esto los instrumentos y competencia para mantener la paz, responder ante un cambiante entorno económico, regular mercados y, en una palabra, construir un Estado moderno que haga posible el desarrollo del país. Los cambios que se han experimentado en el último medio siglo han sido tan enormes que requerían de la construcción de un nuevo régimen político: un nuevo sistema de gobierno en reemplazo del viejo sistema autoritario. En lugar del cambio que se requería, hemos atestiguado la construcción de innumerables remiendos. Muchos de esos "parches" pueden ser valiosas instituciones (v.gr. Comisiones de derechos humanos, entes reguladores) y no pretendo despreciarlas, pero no dejan de ser substitutos de una verdadera transformación institucional, la única susceptible de darle viabilidad a una sociedad demandante y desesperada por la inseguridad, ausencia de oportunidades, malos empleos y, no menos importante, expectativas sistemáticamente destrozadas.

En los últimos meses hemos observado un aluvión de reformas y nueva legislación, mucho de ello modificando "vacas sagradas" de antaño. Pero las leyes, por sí mismas, no pueden provocar un cambio. El cambio es producto de la implementación de las leyes. Puesto en otros términos, ahora existen los instrumentos en manos...

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