Luis Rubio / Escenarios México-EUA

AutorLuis Rubio

La contienda que concluye en nueve días no ha sido la más polarizada de la historia; quien recuerde la era de Vietnam sabe que hay ciclos en este sentido, pero también una extraordinaria capacidad de regeneración. Esa es una de sus fortalezas y características y no hay razón para suponer que algo similar sea imposible en el futuro mediato. La pregunta es qué clase de relación seguirá entre las dos naciones.

México acabó siendo un actor involuntario y (casi) ausente en la contienda electoral estadounidense; muchos factores coadyuvaron a crear el escenario electoral actual: desde el cambio tecnológico hasta los migrantes, pasando por pésimos programas estadounidenses de apoyo al ajuste por factores comerciales y tecnológicos y, de no poca monta, el desprestigio político del TLC en ese país. Todos y cada uno de los planteamientos y clamores que surgieron en esta contienda -desde Sanders hasta Trump- son analíticamente disputables, pero el hecho político es que México acabó siendo un blanco fácil de la crítica.

Hay dos escenarios postelectorales para nosotros y ambos son complejos. En primer lugar, se encuentra la posibilidad de que gane el señor Trump: este es el escenario menos deseable desde la perspectiva mexicana por la simple razón de que entraña una enorme incertidumbre, misma que se agrava por la personalidad explosiva e impulsiva del personaje. El principal riesgo de un posible triunfo de Trump radica en las acciones que individualmente, en su calidad de jefe del ejecutivo, pudiese tomar, particularmente respecto al TLC. De ganar Trump y no actuar impulsivamente en esa materia, entraríamos en un periodo de incertidumbre que probablemente entrañaría extensas negociaciones dentro de Estados Unidos y, en un segundo plano, en materia bilateral, sobre los pasos a seguir.

El segundo escenario, el del triunfo de Clinton, aunque más benigno, no estaría ausente de riesgos y complicaciones. Clinton no ha encabezado una campaña propositiva, lo que le negaría lo que los estadounidenses denominan como un "mandato". En contraste con Trump, su campaña ha sido más bien obscura y defensiva por lo que no tendría un proyecto distinto al de Obama y, en ese sentido, se convertiría en un tercer periodo presidencial, similar a como ocurrió con Bush padre en 1988. Clinton tiene una larga experiencia con México y entiende la complejidad de la relación, por lo que no habría que esperar mayores aspavientos, excepto su obvio deseo por penalizar al...

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