Luis Rubio / Falta de brújula

AutorLuis Rubio

En uno de los episodios finales de Los Simpsons, el soporífero y aturdido octogenario abuelo es reclutado como esquirol para romper una huelga en una planta nuclear. Su táctica: aturdir, si no es que arrullar, a los huelguistas contándoles historias que no tienen pies ni cabeza para agobiarlos, agotarlos y, finalmente, vencerlos. Así parecen los gobernadores priistas frente a AMLO: abrumados, perdidos y derrotados.

Si algo resulta evidente de observar la manera de funcionar tanto de la política como de los negocios en el mundo a lo largo del tiempo es que sobreviven quienes tienen claro el rumbo, entienden el contexto y no se pierden entre los árboles. Quienes comprenden el bosque tienen la oportunidad de vencer hasta al más poderoso o al más incompetente porque la alternativa, dejarse llevar por la corriente, lleva siempre a la quiebra o a la desaparición.

Esto que es tan obvio parece eludir a los gobernadores priistas que van ciegamente al desfiladero que con tanta habilidad les ha marcado el flautista de Hamelin, hoy residente en el Palacio Nacional.

El PRI es la cantera más importante de política y políticos en el país. Prácticamente no hay persona de poder en México que no haya surgido de sus filas o se haya formado en su escuela de política. Por décadas, fue el vehículo -por demás exitoso- para la construcción del país en la etapa postrevolucionaria y lo hizo con los instrumentos y métodos de la época: la lealtad y la corrupción fueron características no sólo prototípicas sino inherentes y fundacionales. Su éxito también fue la fuente de su creciente erosión, porque todo sirve hasta que se agota.

En 2000 la ciudadanía optó por otro partido y el PRI se encontró, por primera vez en su historia, en la orfandad. En los siguientes doce años los priistas jugaron un papel fundamental como oposición responsable y, de hecho, hicieron posible la preservación de la estabilidad del país; sin embargo, no emplearon ese tiempo para transformarse. En 2012 regresaron al poder con la bandera del "nuevo" PRI, que de nuevo sólo tenía la flagrancia de la corrupción y la arrogancia del poder, incompatible con la era de las redes sociales. En lugar de responder a las demandas del siglo XXI, su "transformación" fue hacia atrás, hacia sus orígenes. El juicio de la ciudadanía en 2018 lo dice todo.

Ahora los priistas tienen dos opciones muy simples y claras: intentar reconstruirse o sucumbir ante el canto de las sirenas lopezobradoristas. No tienen...

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