Luis Rubio / Narrativas

AutorLuis Rubio

Una de las características que definen al gobierno es su insistencia en el pasado: en franco contraste con sus predecesores, que siempre prometían un futuro mejor, el presidente parece creer fervientemente que en el pasado se encuentra el fundamento de todo lo que sigue. La disputa que ha emprendido por el pasado es, en realidad, una batalla por el derecho a definir el futuro y, sobre todo, las percepciones. Orwell lo decía con claridad: quien define el pasado controla el presente y el futuro. Es decir, el poder político reside en la capacidad para forjar la manera en que la gente percibe al mundo.

La idea de Orwell, también expresada por Gramsci, era la hegemonía ideológica, lo que los estrategas electorales y políticos hoy denominan como "narrativa". Todos quieren darle forma al discurso como medio de control de la vida pública. En la medida en que todos, o una gran mayoría, aceptan el discurso o la narrativa como válidos, un proyecto político (o, en menor escala, un interés particular) puede progresar y prosperar sin límite. Las mañaneras son eso: un medio para manipular y desacreditar a los supuestos adversarios, extinguirlos.

Pero el control de la narrativa no garantiza el progreso. Si la narrativa no contribuye a unificar de manera integral a la población, ésta no logra más que ilusionar, para luego frustrar, a quienes la comparten. Una nueva narrativa puede ser extraordinariamente poderosa pero obtusa si el objetivo es imposible. Ayotzinapa lo ilustra bien: el gobierno actual cambió la narrativa, prometió una nueva investigación y poco le faltó para prometer que los padres volverían a ver a sus hijos. Es claro que muchos de ellos así lo entendieron, pues hoy retornan con reclamos similares a los de antes. Independientemente de la solidez y honestidad de las investigaciones de la administración anterior, el gobierno actual sabía bien que ese retorno era imposible, por lo que logró apaciguar a esa población temporalmente, pero ahora regresa con furia renovada. Nada es gratis y este caso ejemplifica el actuar de toda la administración.

Una narrativa errada, fundamentada en una lectura sesgada o intencionada de la historia, magnifica los problemas y exacerba la polarización. En lugar de unificar para lograr un propósito común, así implique éste someter a determinados grupos o intereses, la narrativa mañanera no sólo resulta incapaz de avanzar su agenda, sino que despierta el desarrollo de narrativas alternas, algunas por...

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