Mexicar/ Al mandado sin marchar

AutorEnrique Canales

En el movimiento de campesinos trabajados en parte por el PRD y en parte por el PRI, no se establece en las proclamas la defensa del pobre que ya no aguanta más la condición de seguir obligado a comprar productos agrícolas mexicanos más caros. Las protestas no son contra el TLC, pues el tratado "no sufre" ni con las marchas, las protestas son contra todos los mexicanos que tienen que ir a comprar el mandado. Los campesinos improductivos pretenden forzar a la población para que no protesten al tener que pagar más caro cerrando la frontera.

Otra vez, la mayoría silenciosa, aquella que va al mandado sin el suficiente dinero para alimentar a su familia, no ha sido invitada por nadie a marchar y protestar. ¿Dónde quedaron los barzonistas, los oenegistas y los sacerdotes que se dicen defensores de los pobres indefensos? Sin embargo espero que los pobres que no son campesinos improductivos, al menos se den cuenta que los campesinos que los hacen gastar de más están marchando y bloqueando el país para seguirlos fregando como siempre.

El Tratado de Libre Comercio, en realidad vino a poner al día, un poco solamente, lo que la situación real estaba exigiendo por ser reconocida. La población silente que con la cabeza baja va al mandado no marcha, pero muchos pobladores después de ver el desastre de la propiedad colectiva, comunera y ejidal, después de darse cuenta de que sus líderes son caciques vividores, se ponen a marchar para salir del país.

Unos vecinos de Monterrey tenían una empleada del hogar muy acomedida que venía de Zacatecas y que ganaba más de dos salarios mínimos por ocho horas de trabajo, con la comida y el transporte. Sin embargo, su sueldo no le alcanzaba para pagar la renta, la luz, el agua, el gas, ni le alcanzaba para comprarle la ropa y el mandado a sus hijos. Ella comenzó a concluir: "De ser pobre en México o ser pobre e ilegal en Estados Unidos, mil veces mejor allá". Nadie supo cómo le hizo, de repente no regresó y dejó dicho que iba a intentar cruzar al otro lado. Pasaron tres semanas y nadie sabía nada.

Afortunadamente acaba de hablar por teléfono a unos parientes, diciendo que todavía no encuentra trabajo, pero que ya se encuentra en Atlanta durmiendo con otros parientes, reponiéndose de la maltratada por la travesía. Relató que cruzó el río con una cuerda en la noche y luego viajó a pie 700 kilómetros por matorrales desde el Bravo hasta Houston, con un frío espantoso, escondiéndose en las brechas durante el día y caminando...

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