Entre mangos y granada (I)

AutorJavier Garduño

Un día de compras con su familia cambió por completo la vida de Emanuel, de 3 años de edad.

A 3 metros de donde se encontraba, en el Centro de Amecameca, una granada explotó el 7 de junio, y varias esquirlas se le incrustaron en el cerebro. Como es imposible sacarlas, estarán en su cabeza toda la vida, con el riesgo de que le provoquen secuelas motrices o neurológicas.

El pequeño fue quien sufrió las lesiones más serias de los siete afectados ese día, cuando un hombre arrojó la granada a las puertas del bar Flecha Rojar.

Juana, la madre de Emanuel, recuerda que junto con su esposo, José Luis, caminaban rumbo a un cajero automático para sacar 500 pesos para comprar leche Nan 1, la que toma su hija de tres meses. Pero se detuvieron en un puesto de fruta, frente al bar.

Compraron un vaso de mangos con Chamoy y cuando pagaban, un estallido retumbó en sus oídos. Algo golpeó a Juana en el cuello, y a José Luis en la cabeza.

Emanuel, que se había separado de sus papás cuando esperaban el cambio, dio unos tres pasos y se desplomó junto a un macetón. Ahí quedó el vaso con los mangos. Una hemorragia brotaba de su frente, con múltiples heridas en la cabeza producidas por las esquirlas y una quemadura en la pierna derecha.

"¡Mi hijo, Pepe!, ¿qué tiene mi hijo?", gritó Juana.

"Es que explotó un tanque de gas", fue la primera respuesta, entre la confusión.

José Luis cargó al niño y empezó a gritar: "¡una ambulancia, una ambulancia!", pero no había ayuda, sólo la gente que empezaba a acercarse.

"Caminamos a la esquina donde hay una base de taxis que le llaman la zapatería, y Emanuel no dejaba de llorar, lloraba mucho, mucho, mucho.

"'¡Mamá, mamá!', me gritaba y crecía mi angustia y los nervios, porque se estaba desangrando", relata Juana.

Un taxista los llamó al tiempo que abría las puertas de su auto, y arrancaron. En el camino escucharon las sirenas, regresaron al sitio de la explosión, donde ya había ambulancias, y subieron a una.

A las 17:03 llegaron al Hospital General de Amecameca, del Instituto de Salud del Estado de México (ISEM), pero como no tenían el equipo necesario para atender a Emanuel, los canalizaron a otro hospital, del mismo organismo; en total, el niño pasó 8 horas sin recibir el tratamiento adecuado.

"Veo a mi hijo y está sufriendo, llora, todo le duele; puede tener consecuencias.

"Me han dicho los doctores, a lo mejor ahorita no presenta ninguna secuela, pero no sabemos en un año, 2 años, 3...", lamenta Juana.

Emanuel camina con...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR