Maniatado y aislado

AutorMayolo López

Apenas se instaló en la casa presidencial, en diciembre del 2006, Felipe Calderón rompió con el desparpajo, la improvisación y el desenfreno de Vicente Fox. Las encuestas le decían que la imagen presidencial se había debilitado a niveles preocupantes, según contó a un grupo de reporteros en el brindis de aquellas navidades, cuando tenía todo el sexenio por delante y se aprestaba a tomar sus primeras decisiones.

En Los Pinos el michoacano impuso sus formas: todo discurre con orden, puntualidad cronométrica, formalidad y, en algunos casos, solemnidad. Calderón se disgusta si las cosas se apartan del guión y salen mal.

Lo que sí emuló del guanajuatense fue un lance que éste espontáneamente trazó apenas se hizo del poder: bautizar a Los Pinos como "la casa de todos los mexicanos".

Sí: durante los actos oficiales que preside en el salón Adolfo López Mateos de la casa presidencial, Calderón suele abrir sus mensajes con la expresión "bienvenidos a la casa de todos los mexicanos".

Sólo que ahora la "casa de todos los mexicanos" es en realidad un búnker: una fortaleza habilitada con los más sofisticados equipos de vigilancia y de seguridad.

Enrejados, casetas de vigilancia, aditamentos con picos para ponchar llantas en los accesos vehiculares, detectores de metales, lectores ópticos, decenas de cámaras instaladas dentro y fuera de la residencia oficial para preservar la seguridad del inquilino de 47 años y su familia.

Ya resultan habituales los patrullajes de soldados fuertemente armados a bordo de tanquetas y jeeps alrededor de Los Pinos.

De buenas a primeras el Estado Mayor Presidencial impidió el paso a los reporteros acreditados en Los Pinos hacia el acceso 4, por cuyas puertas habitualmente desfilan los miembros del gabinete, diputados, senadores, gobernadores, dirigentes partidistas, empresarios y demás invitados.

En ese ambiente discurre la vida del presidente de la República, virtualmente aislado y a merced de circunstancias trágicas y fuera de su control. Primero perdió a su más fiel colaborador, Juan Camilo Mouriño, en un accidente aéreo; después, por una campaña proselitista mal llevada y los efectos de la crisis económica, otro de los suyos fue anulado políticamente: su paisano Germán Martínez.

Sin sus colaboradores más cercanos, distanciado de los empresarios, con un margen de maniobra que depende de la veleidosa oposición del PRI, Felipe Calderón concibe y ejecuta decisiones con el equipo que le sobrevive aún en la casa presidencial: Maximiliano Cortázar, portavoz; Alejandra Sota, estratega en imagen; Patricia Flores, jefa de la Oficina de la Presidencia, y Aitza Aguilar, secretaria particular adjunta y su más antigua colaboradora. A ellos se sumó hace justo un año Luis Felipe Bravo Mena, ex dirigente nacional panista, como secretario particular.

Caminata en Bogotá

La última vez que el presidente Calderón salió a caminar en una plaza pública fue el 13 de agosto, en la Plaza de Bolívar de Bogotá, cuando efectuaba una visita de Estado a Colombia.

Aun cuando dos elementos militares vestidos de civil, armados con sendas ametralladoras, resguardaban su paso hacia la sede del Fondo de Cultura Económica, Calderón alborotó a las palomas que picoteaban el suelo en busca de alimento.

Hubo algunos que le reconocieron y le gritaron "Viva México". Calderón disfrutaba esos minutos que parecían de gloria... pero no estaba en su patria.

En México hace mucho tiempo que el Presidente no camina por la calle. Y cuando sale de Los Pinos un aparatoso dispositivo militar lo arropa, como ocurrió la noche del miércoles 21 de octubre en Puebla, donde acudió a inaugurar la segunda edición de los Juegos Escolares Centroamericanos y del Caribe.

El campo...

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