Manuel J. Jáuregui / ¿Quién supo y cuándo?

AutorManuel J. Jáuregui

Está comprobado que lanzar epítetos, sobre todo aquellos que se pretenden sustentar sobre una falla de la lógica, que es el "argumentum ad hominem" (atacar al hombre en vez de refutar sus ideas), nunca ha solucionado nada. Ni en las relaciones personales y menos aún como práctica de Gobierno. Ni aquí, ni allá, ni en la Conchinchina. Esta falla de la lógica normalmente indica falta de argumentos sólidos por parte de quien cae en esta trampa. Comentamos lo anterior sólo para que quede asentado que llamar a las cosas por su nombre es la primera regla del entendimiento.

El Presidente López no quiere que en la situación actual en la que se encuentra México se hable de "desabasto" de combustible. ¿Qué será entonces lo que provoca largas colas en cada vez más gasolineras del País? ¿Acaso la ausencia de un insumo vital para la economía que no es desabasto, sino falta de abasto? El fin (acabar con el robo de combustible por el mismo personal de PEMEX, incluyendo -por lo visto- al mismísimo General encargado de cuidar las instalaciones) es irreprochable, pero sobre los métodos para lograr este noble y cívico fin se pueden hablar volúmenes. ¿Qué sigue? ¿El cierre de las sucursales bancarias del País para evitar los asaltos?

Como la situación actual es descrita por el propio Presidente, i.e.: que en la refinería de Salamanca existía una manguera de 3 kilómetros que sustraía combustible para llevarlo a un punto clandestino de reparto, y que el robo de combustible dentro de PEMEX supera por mucho al "huachicoleo", resulta terrible. Dentro de PEMEX es donde está el 80 por ciento del robo de combustible y de éste es responsable el mismo personal de la paraestatal. ¡No en los ductos a manos de la delincuencia narco! Este despojo a la Nación es monstruoso: ¿quién supo y desde cuándo lo sabe?

Ante la magnitud de este despojo al pueblo mexicano (y esperamos que el equipo del Presidente López difunda imágenes y videos de ese "sistema" de robo que descubrió el Ejército en Salamanca y en otros lados) no le queda al Gobierno mexicano, para cimentar su credibilidad dentro y fuera de México, más que actuar JUDICIALMENTE contra todos los responsables, pues tal desfalco no debe quedar impune.

Es inconcebible que una subversión tan magna de las buenas prácticas administrativas en una empresa gubernamental la ignoraran -por...

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