Manuel J. Jáuregui / Colapso penitenciario

AutorManuel J. Jáuregui

Por razones arcaicas que pocos en el Gobierno federal conocen, en nuestro México Mágico es la Secretaría de Hacienda la encargada de construir las prisiones federales.

O, por lo menos, lo era cuando se construyeron las últimas prisiones en las que fue éste el organismo gubernamental encomendado con su construcción.

Han sido ampliadas cuando menos tres prisiones estatales con dinero federal, mas no se ha construido ni una sola prisión federal en dos sexenios.

La resultante es que 230 MIL presos a nivel nacional están metidos donde sólo caben, cuando mucho, 185 mil.

Y mientras continúa la guerra contra la delincuencia en el mismo contenedor se están metiendo más prisioneros, sin que nada se haga para incrementar la capacidad de recepción. Esta fórmula está destinada a generar eventualmente un ESTALLIDO.

Del número de presos citado, unos 29 mil reos federales -de más de 45 mil en total- están en prisiones estatales, recibiendo por su manutención el Estado que los alberga una mísera cuota, que, dicen los enterados, no cubre un mínimo cuidado y se convierte en uno de los factores que abre la puerta a la CORRUPCIÓN. Para sobrevivir, el reo paga por todo como si estuviera en un hotel de lujo, y ello lleva a inmensas inequidades. Esto promueve otras lacras, como la complicidad de los celadores en la comisión de crímenes, fugas, extorsiones y un sinnúmero de delitos.

Ello acaba de quedar evidenciado en el Estado de Nuevo León, gobernado por un bisoño minimí de Peña Nieto, de nombre Rodrigo Medina, quien tomó la inmoral decisión de contratar como director del PENAL en el que masacraron a 44 reos y escaparon TREINTA miembros del crimen organizado, entre ellos cuatro peligrosísimos capos, a un DESECHO del penal de Santa Martha cesado por el Gobierno del DeEfe en el 2009 por corrupción. Lo hizo el inepto gobernante a sabiendas, pues fue ADVERTIDO respecto al negro historial de su nueva contratación.

Este capricho lo convirtió en cómplice del desastre y arroja consecuencias que ponen en evidencia el COLAPSO del sistema penitenciario mexicano, que no cumple ninguna de las funciones para las cuales existe, entre ellas, CASTIGO, prevención y rehabilitación.

Es cierto que las ÚNICAS SEIS prisiones federales con la que cuenta nuestro País están relativamente más controladas, pero distan mucho de estar bien administradas y en ellas se presentan...

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