Manuel J. Jáuregui / El dicho y el hecho

AutorManuel J. Jáuregui

Al señor Presidente Felipe Calderón rara vez le faltan las palabras: sus dichos casi nunca son objetables; el problema surge porque en ocasiones se percibe un abismo entre el dicho y el hecho.

Este fenómeno ha quedado manifiesto ayer en declaraciones que el Presidente le dirigiera al poeta y padre de joven asesinado, Javier Sicilia, respecto al fallido "hankazo".

Dijo el Presidente que se "molestó mucho" porque no fue enterado de la acción fallida y que le hubiera gustado haber estado enterado para que "todos los eslabones jurídicos hubieran estado debidamente cuidados".

Afirmó que, en razón a su enojo, aplicó las "medidas disciplinarias correspondientes".

Creemos que al pueblo de México le gustaría saber QUIÉN fue merecedor de estas medidas disciplinarias, y en qué consistieron.

Ello, de arranque, pero además esta transferencia de responsabilidad por el fracaso y consecuente "OSO" del "hankazo" resulta harto AMBIGUA.

¿Quién no cuidó los eslabones jurídicos? ¿La Procuradora Marisela o acaso el Ejército?

Ahora que si el "hankazo" se tratara de un caso aislado no merecería tanto extrañamiento por parte de la población, mas éste se da con el antecedente similar -si no idéntico- del también fallido "michoacanazo".

No es que dudemos de la palabra del Presidente, pero se antoja ser mucho pedirle a la credulidad de los mexicanos aceptar que miembros de su gabinete se saltaron las trancas de manera tan bochornosa, y en forma reincidente. Salta a la vista que en este episodio y la manifestación pública del Presidente existe una incongruencia fundamental: el ridículo fue PÚBLICO y le causó pérdida de imagen a su Presidencia e hizo perder la confianza del pueblo en sus colaboradores en el área de la justicia.

Pero al mismo tiempo las "medidas disciplinarias" parecen ser privadas, tan privadas que nadie sabe -salvo él quizás y si acaso los castigados- a quién se disciplinó y de qué manera.

En consecuencia no sienta el Presidente precedente alguno aplicando una de las máximas de la disciplina: el concepto de que todo castigo debe servir de ESCARMIENTO.

¿Acaso alguien perdió su puesto por este GAZAPO mayúsculo?

¿Quién fue y a qué NIVEL de gobierno?

Las medidas disciplinarias -si las hubo- ¿sacudieron fuerte en la Procuraduría, o en el Estado Mayor, o en la Secretaría de Defensa?

Si acaso hubo errores, si "no se cuidaron los eslabones jurídicos", el pueblo de México tiene todo el derecho a saber dónde y quién cometió este imperdonable error, que no es...

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