Manuel J. Jáuregui/ Recogiendo fichas

AutorManuel J. Jáuregui

Hace las rondas en las mesas de café de los amantes de las finanzas que uno de los bancos extranjeros, que por compra-asociación heredó en México pasivos de grandes grupos industriales, ha dado la orden de cobrar deudas. No de renovar, no de renegociar pasivos: solamente cobrar. El "Zeñó" que esto ordena (el Banco es ezpañolete) está en todo su derecho, aunque esté equivocado. Le preocupa el entorno económico, piensa que las condiciones de retracción económica en Estados Unidos indudablemente golpearán a la industria mexicana, y que algunos grupos nacionales enfrentarán problemas "de flujo". Así que antes que se acaben las fichas, ha determinado recoger las que le tocan.

Si en este momento la Banca aprieta, existe un buen número de empresas mexicanas que no resistirían. No porque sean malas, sino porque las circunstancias las han golpeado y pasan por un mal momento. El tema, sin embargo, no es hoy la condición de estos negocios sino la extranjerización de nuestra Banca. Resulta quizás muy fácil decidir desde una oficina en Madrid que en México "hay que cobrar". De los bancos grandes mexicanos, sólo dos: Banamex, de Roberto Hernández, y Banorte, de don Roberto González Barrera, siguen siendo netamente mexicanos. Es factible que para dentro de un año sólo quede UNO, pues uno de estos dos está siendo cortejado por el Hong Kong Shanghai Bank (HSBC) y también por Bank of America. No les diremos cuál de los dos, sólo que es el más rentable.

México se quedó sin Banca propia. Lo cual quiere decir que la red de conocencias personales, relaciones, parentescos e intereses cruzados de la empresa mexicana con su Banca se ha acabado. Cuando la Banca mexicana era mexicana, dar este tipo de "apretones" en momentos inapropiados era punto menos que imposible. Una serie de intereses muy poderosos, informales, se movilizaban para lograr renegociaciones o renovaciones, mas nunca un apretón de muerte. Los casos existentes conocidos son en el sentido de que muchas veces la Banca se doblaba hacia atrás para evitar tronar a una empresa mexicana, y siempre se buscaban "soluciones", porque entraban en juego intereses tan o más importantes que el dinero.

Mientras se conservaran garantías razonables, y mientras el banquero conociera a los administradores, su capacidad y las condiciones reales de la empresa, se intentaba a como diera lugar sacar adelante los proyectos de inversión, no ponerlos a prueba en cuanto a su capacidad de resistencia. Frecuentemente sucedía que...

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