Manuel J. Jáuregui / Secretos desde fuera

AutorManuel J. Jáuregui

De nueva cuenta nos enteramos los mexicanos de lo que hizo un Presidente mexicano gracias a la transparencia... norteamericana.

Nunca dijo nada Felipe Calderón a los mexicanos respecto a que con el erario había comprado aviones robot (drones) para operarlos conjuntamente con Estados Unidos sobre el espacio aéreo mexicano.

Dichos artefactos, presuntamente (o so pretexto), fueron empleados para coadyuvar con las autoridades mexicanas a combatir el narcotráfico. Supuestamente estos drones, como el Predator, producido por General Atomics, estaban dotados de equipo para realizar todo tipo de espionaje: visual y electrónico. Tan sofisticado que desde 4 kilómetros de distancia pueden leer una placa de circulación de un vehículo. Pero también tomar imágenes, escuchar conversaciones telefónicas y muchas otras linduras que nuestros vecinos suelen hacer en lugares como Afganistán, Paquistán, Yemen, Libia, Irán, etcétera.

Investigaciones realizadas por el Washington Post hablan de esta colaboración y de cómo México, en la desadministración del bohemio ex Presidente, ADQUIRIÓ en el 2010 estos drones, pero que éstos operaban desde territorio norteamericano en el espacio aéreo mexicano. Aunque ya desde el 2009 los norteamericanos incursionaban en nuestro territorio con sus Predators para ayudarnos en la "guerra" contra el narcotráfico.

Surgen preguntas: ¿estaba enterado de estas incursiones clandestinas en el espacio aéreo mexicano nuestro Congreso? ¿En base a qué decreto o ley tomó el ex Presidente la decisión de permitir invasiones de una potencia extranjera a nuestro territorio? ¿Qué Juez o autoridad autorizó las labores de espionaje llevadas a cabo por los Predators en nuestro territorio bajo control de las autoridades mexicanas? ¿Quién supervisó la operación de estas naves espía y se cercioró de que fueron empleadas ÚNICAMENTE para recabar inteligencia de los malosos y no de simples ciudadanos, rivales políticos, críticos del sistema o gente no ligada estrictamente con las organizaciones delincuentes combatidas?

El meollo del asunto es que la INTENCIÓN o el ánimo que impulsaron estas operaciones de espionaje desde el cielo, por más buenos que hayan sido, no le dan el derecho a nadie -ni siquiera a un Presidente- a pasarse por el arco del triunfo a nuestra Constitución, las garantías individuales y las leyes que de ella emanan. Mucho menos le dan derecho las buenas intenciones -reales o pretextadas- a ampararse en una cortina de OPACIDAD, operando en...

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