Marca a aspirantes estudios

AutorREFORMA / Staff

Orillado a dejar su natal Tabasco ante la quiebra del negocio familiar, Andrés Manuel López Obrador, llegó a la Ciudad de México y lo acogió la Casa del Estudiante Tabasqueño. Ahí, vivió con 80 jóvenes de escasos recursos que estudiaban en la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional. El candidato de izquierda a la Presidencia, presentó el examen en la Máxima Casa de Estudios para la carrera de Ciencias Políticas de la cual egresó en 1976.

Siempre soñó con gobernar su estado recuerdan amigos de Enrique Peña Nieto sobre las aspiraciones del político mexiquense. Compañeros de clase lo describen como un buen amigo, tranquilo y nada protagónico en las reuniones escolares. Serio, pero sabía divertirse también.

A Josefina Vázquez Mota el temblor de 1979 marcó su vida estudiantil. Tras derrumbarse las instalaciones de la Universidad Iberoamericana los alumnos fueron trasladados a aulas prefabricadas con techos de lámina y pisos de concreto. La candidata señala que ante las lluvias torrenciales había necesidad de postergar las clases a causa del ruido de la lluvia contra la lámina que impedía la impartición de las clases.

Durante un viaje universitario, en camión para ver la presa de Chicoasén en Chiapas, todos los alumnos venían bebiendo en el camión, comenta Gabriel Quadri. Después de varias horas de viaje algunos ya estaban borrachos, al llegar al hotel en Chiapa de Corzo, dos o tres compañeros decidieron encuerarse y correr por el hotel, por lo que los corrieron del lugar.

Reforma mandó un cuestionario a los cuatro candidatos para construir un perfil académico de cada uno de ellos. De puño y letra los políticos cuentan cómo los marcó la etapa universitaria.

ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR

Estudios universitarios:

Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública.

¿Dónde estudió?

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Promedio final:

7.8

¿En cuánto tiempo terminó la Carrera?

En tres años, de 1973 a 1976, terminé la mayoría de las materias y como pasante me fui a Tabasco, a trabajar como director del Instituto Nacional Indigenista (1977 a 1982). Posteriormente, regresé a la ciudad de México y, en 1984 cursé las asignaturas pendientes, acredité la traducción de idiomas que se exige para la titulación y presenté mi tesis con el título "La Formación del Estado Nacional en México".

¿Qué otros estudios tiene?

Aunque no tengo otros estudios académicos, he escrito 10 libros, con más de 400 mil ejemplares vendidos. Mi trabajo durante 35 años como dirigente social y servidor público me ha exigido tener conocimiento teórico y práctico en distintas disciplinas y sobre diversos campos.

¿Por qué decidió estudiar esa carrera?

En Villahermosa tuve la fortuna de recibir clases de un maestro nada convencional: Rodolfo Lara Laguna. En su clase se apoyaba en el libro El buen ciudadano. Sin embargo, con frecuencia se salía del texto y nos platicaba de otros temas relacionados con los problemas sociales y políticos de esos tiempos. De él recibí una buena influencia y me abrió la inquietud hacia lo social, porque había sido dirigente estudiantil. Hoy sigue siendo juarista, íntegro, progresista.

¿Cómo pagó sus estudios?

Mis padres eran comerciantes en Tabasco y el negocio quebró. Sucedió al final de la preparatoria. Entonces decidí venir a la Ciudad de México a estudiar la universidad. Tomé la iniciativa en circunstancias muy difíciles porque no tenía dinero. Pero me liberé, me eché a andar y llegué a vivir a la Casa del Estudiante Tabasqueño, en la calle Violeta de la Guerrero.

Presenté el examen para ingresar a la Facultad de Ciencias Políticas en la UNAM, esperanzado por el apoyo del gobierno federal que nos daba alojamiento y comida en la Casa del Estudiante. Éramos 80 jóvenes de escasos recursos que estudiábamos en diferentes carreras de la UNAM y del Instituto Politécnico Nacional (IPN). De modo que cuando hablo de otorgar becas y evitar que nadie se quede sin la oportunidad de estudiar, sé bien lo que ello implica y sirve.

Anécdotas de su época universitaria:

Durante el primer semestre, el maestro de "Ciencia Política", Raúl Olmedo, nos propuso un análisis del proceso democrático chileno y vislumbramos la posibilidad de un golpe de Estado, que se consumó el 11 de septiembre de 1973. Esto me impactó mucho. El presidente chileno Salvador Allende es el personaje extranjero que más admiro, que más sentimientos me genera. Fue un humanista, un hombre bueno, víctima de canallas. Un hermano gemelo de Francisco I Madero, nuestro apóstol de la democracia.

En aquel tiempo, el presidente Allende habló a los jóvenes en Guadalajara y les dijo que ser joven y no ser revolucionario era una contradicción. Pero ser revolucionario no implica necesariamente tomar las armas. El propio presidente Allende nunca aceptó ese camino aun cuando muchos opinaban que sólo así podía mantenerse en la Presidencia. Él era un pacifista. Por eso, todo aquello fue un crimen horrendo. Quien opta por la lucha armada, sabe que se trata de vencer o morir. Pero quien no acepta la violencia para su pueblo ni para nadie y ve con respeto, incluso con profundo amor, al adversario, no merece ser tratado de esa manera. La traición de Augusto Pinochet fue abominable, es una mancha indeleble en la historia del mundo.

Opinión de sus maestros:

En mis tiempos universitarios, en América Latina, además del de Chile, hubo otros golpes de Estado. Entonces, México acogió a muchos exiliados latinoamericanos, muchos de ellos se incorporaron a la UNAM y a otras universidades. Tuve profesores de Chile, Bolivia, Haití, Uruguay y Argentina.

Me llena de orgullo decir que maestros de la Facultad como Arnaldo Córdova, Octavio Rodríguez Araujo, Enrique González Pedrero, Víctor Flores Olea y el siempre bien recordado Luis Javier...

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