Marca la crisis Navidad en Belén

AutorWilson Cabrera

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BELÉN, Cisjordania.- Abraim Ahmazin, un palestino cristiano que comercia artículos religiosos en Belén desde hace 50 años, venderá hoy 40 por ciento menos que en la Navidad de 2006.

Según Ahmazin y las autoridades palestinas de este emblemático lugar para el cristianismo, la causa de la caída en las ventas navideñas y del turismo es el muro de separación israelí, que, desde 2002, rodea a los 27 mil habitantes de esta ciudad ubicada a seis kilómetros de Jerusalén.

Pese a la poca distancia, llegar desde Jerusalén a Belén, ciudad gobernada por la Autoridad Nacional Palestina (ANP), representa una complicación para los turistas, una imposibilidad para los israelíes y una humillación para los palestinos, quienes necesitan un permiso especial para cruzar la valla de separación.

Muro de seguridad o barda de separación, cualquiera que sea su denominación de acuerdo con el punto de vista con el que se juzgue, lo cierto es que la valla construida por Israel para proteger a su población de ataques de extremistas palestinos incide a diario en la vida de millones de personas en los dos lados del concreto y el alambre de púas.

"Esto es una humillación contra mi pueblo. Los palestinos llevamos siglos viviendo en Jerusalén y Belén, y ahora tenemos que pedir permiso para llegar a nuestras casas", dice Itzman, uno de los muchos palestinos que, formado aparte de los turistas, espera pasar los estrictos controles de seguridad de un retén israelí.

"Es una tortura diaria", agrega mientras espera para cruzar varios túneles de seguridad, detectores de metales y puntos de revisión de documentos que conforman la gigantesca estructura de concreto. Para los turistas, la revisión toma unos 20 minutos; para los palestinos, unos 50. En éste, como en pocos puntos, se percibe la tensión entre palestinos e israelíes.

Efectos económicos

"El muro israelí ha sido muy perjudicial para nosotros. Desde que la ciudad está cercada, el turismo está cayendo constantemente, afectando a miles de personas que vivimos de la venta de artículos religiosos o que tienen algún hotel o restaurante ¿Qué quiere hacer Israel: matarnos de hambre?", dice Ahmazin, el vendedor, mientras espera con ansia la entrada de cualquier cliente que compre algunos de sus crucifijos, Nacimientos o las típicas cajas con tierra sagrada del lugar de nacimiento de Jesucristo.

La situación de Ahmazin no es muy diferente a la de los cerca de 3 mil comerciantes y empresarios del turismo afiliados a la Cámara de...

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