Marilyn Monroe y Arthur Miller: Un amor disparejo

AutorGuadalupe Loaeza

El más poderoso símbolo sexual del siglo 20, la mujer que representó para millones de espectadores la personificación del glamour de Hollywood. La rubia despampanante, premiada por el Golden Globe como la Estrella más Popular del Mundo, que conquistó al mundo con su belleza y sus curvas voluptuosas, reposa en el Westwood Memorial Park, un cementerio en Los Angeles. Es la única tumba de un personaje importante que se encuentra ahí. Marilyn Monroe, 1926-1962, se puede leer en la lápida, junto a la que se encuentra un ramo de rosas rojas, las que Joe DiMaggio ordenó cambiar tres veces a la semana, el único de los maridos y amantes que tuvo Marilyn que la acompañó hasta su último reposo.

¿Cómo nació el mito Marilyn Monroe? Hija ilegítima de una madre con problemas mentales, Marilyn fue violada cuando era una adolescente: "A los 12 años, era yo una niña pero tenía un cuerpo de mujer". Casada a los 16 años, Norma Jean Baker no parecía ir a ninguna parte. Su carrera comenzó con una foto erótica. En 1944, trabajaba en una fábrica cuando fue fotografiada por un periodista que realizaba un artículo sobre la contribución femenina a la economía durante la guerra. El fotógrafo pidió su autorización para tomarle más fotos y así fue como inició su carrera de modelo. Apareció en la portada de 33 de las más famosas revistas de la época. Pronto se hizo notar por Hollywood y firmó un contrato con la 20th Century Fox. Cambió su nombre por el de Marilyn Monroe, tomando el apellido de su madre y el nombre de la conocida actriz Marilyn Miller. Después de dos matrimonios fracasados, Marilyn quiso prepararse para la actuación de alto nivel. "Me gustaría hacer el papel de Grushenka en Los hermanos Karamazov" y dejar la imagen de la rubia vacía, tonta e ignorante, bomba sexual que se ponía sólo Chanel No. 5 para dormir. En 1956, comenzó a estudiar actuación con Lee Strasberg, director del Actor's Studio de New York, que le abrió un horizonte en el mundo del teatro.

Cuando estaba en su proceso de mejoramiento intelectual, apareció Arthur Miller, prestigiado dramaturgo, autor de Muerte de un viajero (1949), que lo lanzó a la fama. Habían tenido antes un breve encuentro en 1950. "Yo estaba en Hollywood", recordaría Miller, "para ver una película en los estudios Fox y ahí estaba esa chica llorando en un rincón, vestida muy bonita, esperando para hacer un papel muy pequeño al lado de Monty Wolley. Era tan llamativa y estaba tan triste que el contraste me impresionó mucho. Después, me enteré de que su amante, Johnny Hyde, había muerto. Junto con el 98 por ciento de los americanos, yo nunca había oído hablar de ella. Cuatro años después empezamos a salir...

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