Marketer / El primer mixólogo

AutorHoracio Marchand

LAREDO, Texas.- Llegué a la barra y como en cantina del viejo oeste pedí un whiskey.

"Glenglivet, rocas, por favor", le dije al barman de nombre Joshua.

"Sir, me espera un poquito, please" (en la frontera la alternancia inglés-español es la regla), "es que ando preparando un Flower Spring Passion".

Lo floreado, la pasión y la primavera no bastaban; eran las tres cosas al mismo tiempo. Le pregunté de dónde había sacado el nombre y sonriente me dijo: "yo mero, sir".

De cajones y hieleras, Joshua sacaba eficientemente una diversidad de botellas exóticas y jugos. Lo observé mezclar una cantidad abrumadora de bebidas, pero en porciones muy pequeñas, y se puso a explicarme cada una de ellas. Me imaginé que estaba mirando a Ferrán Adria, el chef estrella catalán, preparando un platillo famoso.

Al final me presentó la bebida como si fuera su obra maestra.

Con una mano Joshua levantó la bebida de colores rojo y rosa, vertida en una copa tipo martini, y con la otra apuntó hacia ella; sólo su sonrisa competía con su creación.

Tú no eres un barman, le dije; eres un mixologist.

"A what?"

Me dijo que ahorita regresaba y se fue a llevar a la mesa su Flower Spring Passion. Al entregarlo se dispuso a dar un mini discurso alrededor de la bebida, como si fuera un agente de ventas. Todos en la mesa sonrieron. Minutos después, le pidieron otros dos.

El tipo era un artista. Era un creativo que le gustaba lo que hacía y le imprimía un sello personal. Se esmeraba en quedar bien y su entusiasmo era contagioso.

Lo que podía ser una rutinaria salida al bar, tenía el potencial de convertirla en una experiencia. A sus clientes les quedaba una sensación de que la bebida era creada en exclusiva para cada quien en lo individual.

Le dije a Joshua que le iba a dar una idea media loca.

Primero le expliqué el fenómeno de la Economía de Experiencias, de cómo los precios de las admisiones habían subido vertiginosamente, muy por arriba de los commodities, de los bienes y los servicios; que el mundo, sobre todo el desarrollado, vivía en la presión urbana y estaba lleno de stress; de cómo las personas andan buscando esquemas de fuga y entretenimiento, y así sucesivamente.

Poniendo en evidencia mis ganas de des-aburrirme, me aboqué a convencerlo de que creara una nueva categoría y que se convirtiera en el primer mixólogo de América o quizá hasta un mixoterapista. Que buscara trabajo en un restaurante de primera categoría que, además de listas de vinos, tuviera una lista de...

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