Crean máscaras mundo imaginario

AutorMaría Eugenia Sevilla

Con sólo un par de máscaras y un baúl, La venganza de las margaritas, espectáculo unipersonal de Adriana Duch, es un acto de magia donde la nada contenida en un cajón se convierte en un océano donde un invisible tiburón que masca chicle arranca carcajadas a los espectadores que se dejan llevar por un juego que todos practicaron de niños.

"La máscara te transporta inmediatamente al mundo de lo teatral, de lo imaginario, porque se aleja totalmente del realismo, de manera que no necesitas ponerle al espectador la taza de café y la mesa para verlas ahí", señala en entrevista la actriz jalapeña, quien desarrolló la pieza al lado del director escénico francés Jean-Marie Binoche, con quien ha trabajado por más de seis años en dicho lenguaje teatral.

Desde hace 40 años, el padre de la actriz Juliette Binoche se dedica a la construcción de máscaras. "Están tan bien hechas que cambian de expresión y tienen movimiento; eso requiere un trabajo de escultura muy elaborado".

El trabajo corporal es lo que provoca los cambios de expresión en las máscaras. "Toda la energía que jala el cuerpo de la Tierra, sube a la máscara y se proyecta".

Duch realiza diariamente prácticas de estiramiento corporal, diseñadas por Binoche, para abrir los canales que permiten el flujo de energía en su cuerpo. Además, realiza ejercicios mentales encaminados a "crear un vacío para que puedan llegar los personajes".

"Eso hace que cuando el actor entra al espacio teatral se vea enorme; por eso son impresionantes los actores de teatro Noh japonés y, cuando entran a escena, son como una aparición. Y todo es pura energía...

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