Mata la desnutrición 8 mil niños cada año

AutorDaniela Rea

En México, el País donde vive el hombre más rico del mundo, los niños todavía mueren por desnutrición.

Cada año, a 8 mil infantes se les va la vida en un estornudo o en una diarrea. Su cuerpo es tan frágil que no resiste enfermedades infecciosas, curables con tan sólo una pastilla si se tratara de niños sanos.

Los fallecimientos por desnutrición aguda -conocida como emaciación- afectan a los menores de 12 años y representan la duodécima causa de muerte general en el País, con 1.6 por ciento de incidencia, de acuerdo con la Secretaría de Salud.

Sin embargo, este número podría ser aún mayor si se contara a todos los niños que mueren en las zonas rurales de Guerrero, Chiapas, Yucatán y Oaxaca, de los que ni siquiera existen estadísticas oficiales, pues tienen un subregistro de 80 por ciento.

En esas zonas, la desnutrición es "normal", lamenta Héctor Bourges Rodríguez, titular de la Dirección de Nutrición del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán.

Quienes la padecen asumen que comer sólo una o dos veces al día es normal, y quienes son testigos no se indignan ante esa realidad.

"El problema no es que consuman esos alimentos, sino que lo hacen en cantidades insuficientes para nutrirse. Antes de llegar a los niveles mortales de la desnutrición, padecen hambre", señala.

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Una visita a los Altos de Chiapas bastó para constatar que el hambre y la desnutrición aguda siguen amenazando a 153 mil menores de 5 años.

Cada mañana, Celestino Pérez y su familia desayunaban tacos de sal y café con azúcar. Para la comida, su mujer cocinaba caldo de frijoles con tortillas y café con azúcar. Para la cena sólo alcanzaban café con azúcar.

A los pocos días se terminó el frijol, y empezaron a comer chayotes del huertito que crecía en el corral de su casa. Pero los chayotes se acabaron muy pronto, también el maíz almacenado... y no habría cosecha nueva hasta dentro de seis meses.

Entonces, Celestino y su familia no tuvieron más que comer hojas de chayote hervidas con sal y café con azúcar. Apenas alcanzaba para una comida al día. No había alimentos en la tienda comunal y tampoco dinero para comprarlos.

La familia entera salía a la montaña y arrancaba cualquier hierba para comer.

La comunidad estaba en silencio. No había ánimos de jugar ni de reunirse a platicar, mucho menos de pensar en arreglar el camino o reparar la escuela.

"La desnutrición no genera violencia, sino pasividad. Antes de matar físicamente, mata el espíritu. Las comunidades que la padecen...

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