Mauricio Matamoros / Love & Rockets, sueño latinoamericano

AutorMauricio Matamoros

Jaime y Gilbert Hernández han vivido inmersos en un universo de cultura pop y popular... que no es lo mismo. Su pasado familiar se remonta a Chihuahua, aunque su historia personal se ha escrito en Oxnard, California. El caldo de cultivo en el que han laborado, por tanto, se compone del cine de Russ Meyer como del protagonizado por luchadores; de las épicas en colores apelmazados de Jack Kirby como de la crónica costumbrista de La Familia Burrón; de la escena punk angelina como del mariachi y la norteña mexicana. Tanto del milagro mexicano como del sueño americano.

Ese rico encuentro ha ofrecido desde hace 25 años la historieta Love & Roc-kets (por supuesto, Daniel Ash, Davi J. y Kevin Haskins tomaron de aquí el nombre de su banda de rock), un mosaico como pocos de chicanos, pochos y algunos mexicanos y estadounidenses, habitantes de pueblos ficticios, aunque de realidades bien construidas a partir del ojo clínico de sus autores.

Los Hernández durante este cuarto de siglo han logrado una narrativa apabullante: una prosa rica en matices, detalles y un peso psicológico admirable. Con esto podría ser suficiente, pero los Hernández son autores redondos, escriben y dibujan.

Es con ese último aspecto el que parece colocar a estos autores un peldaño adelante al de sus colegas contemporáneos. Porque a los Hernández, como es de esperarse, se les ha intentado celebrar con etiquetas que los bautizan como autores descendientes de Federico García Lorca, y el realismo mágico de Gabriel García Márquez e Isabel Allende, aun cuando esta última comenzó su carrera en el mismo momento que los historietistas.

Indudablemente existen puntos en común en la narrativa de estos contadores de historias más allá del origen latino, ese amasiato del realismo con lo fantástico entendido como variaciones de la misma existencia está presente en Love & Rockets.

Pero la narración y la crónica desarrollada por los hermanos Hernández parecen encontrar a estas alturas mayores logros si hablamos del encuentro de la ilustración y la palabra en sus viñetas. El talento de los Hernández demuestra que en la historieta el dibujo no trabaja como un condensador de la narrativa escrita, sino que funciona como parte de una unidad con la palabra misma; es decir, más que un diálogo, un apoyo mutuo, entre las imágenes y los vocablos la presencia de ambos elementos parece funcionar entonces como el movimiento de una sola entidad, ambos se entrelazan y a tiempos componen la evolución de una...

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