Matrioska pastelera

AutorTeresa Rodríguez

Rusa de nacimiento y francesa de corazón, Nina Tarasova decidió darle un giro de 180 grados a su vida cuando comenzó a cerrar los ojos y soñar con pasteles.

Aunque recuerda vívidamente el napoleón -una versión rusa del milhojas francés- que su madre hacía para los días festivos, Nina no tuvo una formación culinaria a temprana edad.

"No puedo decir que he cocinado toda mi vida y que mi primer recuerdo de infancia es una vaga imagen de mí envuelta en una nube de harina.

"Tengo formación como directora de producción y de recursos humanos, pero siempre me pareció que no era mi lugar", cuenta Nina Tarasova, quien a los 24 años decidió entrar de lleno en la cocina.

Una vez convencida de hacer pastelería, Nina supo que Francia sería su mejor escuela y ha cursado prácticamente toda su formación en la Ciudad de la Luz.

"Para mí, Francia no sólo es la nación que hizo de la comida un arte, un lugar de productos de calidad y reposteros renombrados... es el país de mi alma", afirma la joven rusa.

Pero no todo fue dulzura en la persecución de sus sueños. Tarasova aún recuerda cómo rompía en llanto cada vez que su pequeña hija le pedía por Skype que volviera a casa.

Graduada de la Ecole Nationale Superieure de la Patisserie, Nina es hoy la mejor repostera de Rusia. Ha participado en numerosas competencias, es consultora en pastelería y columnista en revistas especializadas.

Su formación profesional en la cocina dulce incluye paradas en las escuelas parisinas de Alain Ducasse y de Gastón Le Notre, en Bellouet Conseil y Ferrandi.

Ella pasa una buena parte de su tiempo impartiendo clases magistrales alrededor del mundo. Ahora le ha llegado el turno de venir a México: del 20 al 24 de junio estará compartiendo sus conocimientos en el Centro de Artes Culinarias Maricú.

"Mi gurú fue Pierre Hermé. La primera vez que viaje a París (no para estudiar, sino para ir a un concierto de Bon Jovi), compré mi primer gran libro de repostería -PH10, de Pierre Hermé- y fue como cambiar un mundo en blanco y negro por el arcoiris. No hablaba francés, pero hice todas las recetas", recuerda.

Las creaciones de Tarasova son un juego único de colores, capas y texturas. Ella confiesa que la cromática es uno de los elementos más importantes al momento de concebirlas.

"Los postres deben crearse primero en papel. Siempre llevo un cuaderno y lápices de colores en el bolso, las ideas vienen de todas partes, incluso de mis sueños. Puedo despertar por la noche, dibujar y dormir de nuevo...

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