Matrix del arte

AutorÁngel Villarino

La cabeza de un simpático dragón, las iniciales doradas de un adolescente, los ojos ensangrentados de un diablo, un par de versos elogiando la libertad, y los grafitis que cubren los muros aquí y allá son las primeras y claras señales de que estamos entrando a un sitio especial.

Los servicios de limpieza de Beijing que cada día recorren la ciudad desnudando de pintadas las paredes, respetan aquí las coloridas firmas y dibujos. Siguiendo su rastro, nos adentramos en el distrito de Dashanzi, también conocido como "área artística 798".

Lo siguiente que llama la atención es que apenas hay tráfico. Una buena parte del barrio está cerrada a los automóviles y sólo quienes aquí viven tienen derecho a transitar en cuatro ruedas, lo que genera un oasis de calma justo en mitad de una ciudad intensa y frenética, cuyo ritmo suele marcarse con pitidos de claxon.

Relajadamente y a pie, los turistas que pasean por la zona van descubriendo una rara flor en medio de este desierto homogéneo, de hormigón y cemento, en lo que es el típico paisaje suburbial de Beijing.

Con ayuda soviética y alemana, los primeros planes quinquenales maoístas fueron convirtiendo esta área del noreste de la capital en una zona de desarrollo industrial, alojada cerca del aeropuerto y especializada en la fabricación de complementos electrónicos y armas.

Casi medio siglo después, un grupo de jóvenes artistas crecidos en la China de las aperturas económicas adaptó el paisaje fabril a sus propios gustos. Aprovechando los amplios espacios, lo convirtieron en la mayor red de galerías de arte y de expresión artística del país. Y, quizá, en una de las más interesantes del mundo.

La planta del distrito sigue siendo la de un polígono industrial, pero en medio de las amplias avenidas surgen esculturas, instalaciones audiovisuales y cafeterías con ventanas pintadas de colores vivos a través de las cuales escapan acordes de guitarra, música electrónica o pop chino.

Las obras de arte se exponen en plena calle y algunas van cambiando cada mes. Hay esculturas realistas, un Jesucristo crucificado en bronce, por ejemplo, monstruos encerrados en jaulas de bambú, caballos de piedra adornados con lunares, gordos desnudos delineados en granito, y hasta una salvaje jauría de lobos rodeando a un guerrero medieval.

Un clásico joven

Hasta hace 15 años no había nada especialmente creativo por aquí. Fue la Academia de Bellas Artes de Beijing la que, buscando espacios amplios y baratos, decidió reconvertir un par de fábricas abandonadas en estudios y galerías.

Una de ellas estaba en el número 798 de la calle, y así nació el sobrenombre. Al...

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