Memorias de La Silla / Las debilidades de Comonfort

AutorGuadalupe Loaeza

Hace 160 años, exactamente, México vivía un momento de debate: por primera vez, de manera escrita, se decretaba que se terminaban con las viejas castas coloniales, los privilegios del Ejército y de la iglesia católica se suprimían de una vez para siempre.

Pero, sobre todo, los mexicanos eran considerados iguales y con los mismos derechos. La Constitución de 1857 fue jurada el 5 de febrero por el presidente Ignacio Comonfort. ¡Qué gran logro de parte de los grandes liberales mexicanos! Con todo lo que esto significaba de adelanto para el país, los conservadores se rebelaron contra este documento que era uno de los más adelantados del mundo. Gracias a la Constitución, se terminaba la esclavitud, la gente podía estudiar libremente la profesión que eligiera, se abolía la pena de muerte y se garantizaba la libertad de expresión. Sí, entonces como ahora, las leyes más avanzadas eran juzgadas duramente por los conservadores. El gobierno obligó a los funcionarios a jurar la Carta Magna, pero muchos de ellos prefirieron quedarse sin empleo antes que jurar todas estas leyes que consideraban terribles, especialmente las que garantizaban la libertad religiosa.

Naturalmente, la Constitución se estableció, pero con grandes penalidades, pues muchos estados de la República se volvieron en contra del Presidente, especialmente Tlaxcala, Puebla y San Luis Potosí. En los periódicos de entonces se criticaba duramente a Comonfort por haber impuesto estas leyes, además de que en su propio gobierno había gente que no estaba de acuerdo. Ya entonces, Benito Juárez era un símbolo de honestidad y de honradez. De ahí que Comonfort decidió integrar a Juárez en su gabinete como ministro de Gobernación pues este nombramiento le daría mayor autoridad moral. Juárez, efectivamente, llegó al gobierno de Comonfort y se portó como acostumbraba: con la mayor rectitud y con la absoluta defensa de las libertades.

Pero dentro de la cabeza de Comonfort pasaban cosas muy extrañas. Era un Presidente más bien ambiguo, débil de carácter, influenciable y con una educación religiosa que lo llenaba de culpas. Dicen que su madre era la más furiosa en contra de la Constitución del 57. Cuando se juró, ella se enfureció tanto que le dejó de hablar. Más adelante, cuando el enojo la dejó hablar, le dijo a su hijo: "Ignacio, con esta Constitución has logrado algo terrible. Por tu culpa, muchas almas se han ido al infierno. Dios, nuestro señor, está muy enojado con México por haber permitido estas...

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