Memorias de La Silla / Vasconcelos en campaña

AutorGuadalupe Loaeza

José Vasconcelos (1882-1959) tuvo muchas facetas: escritor, revolucionario y secretario de Educación (uno de los mejores que hemos tenido), pero también fue candidato a la Presidencia de la República.

Quizá no sea hoy el aspecto que más se recuerda, pero durante muchos, muchos años, sus seguidores, que fueron jóvenes en 1929, recordaban la campaña de este intelectual que quiso ser Presidente. Incluso, Adolfo López Mateos, que luego fue Presidente, recordaba siempre cómo es que vivió con tanta pasión esos días.

Hay que decir que, entonces, México se encontraba gobernado por un Presidente interino, Emilio Portes Gil, quien había llegado al poder luego del asesinato de Álvaro Obregón, en San Ángel. Después de un año en el poder, tenía que llamar a elecciones para buscar Presidente para el siguiente cuatrienio. Para los poderosos de entonces, era casi un hecho que su candidato, el ingeniero Pascual Ortiz Rubio, iba a ganar las elecciones. Lo que nadie se imaginaba era que a Vasconcelos se le ocurriera presentarse como candidato. Que, de pronto, uno de los intelectuales más respetados se atreviera a disputarle La Silla nada menos que al general Plutarco Elías Calles, quien era el verdadero poder detrás del trono. Apenas se anunció la candidatura, cuando los callistas se dedicaron a boicotear los mítines de Vasconcelos. Naturalmente, no lo hacían de manera nada cortés, sino que se valían de amenazas, golpeadores y hasta de personas armadas. Así que durante meses, Vasconcelos se la pasó recorriendo México en medio de un peligro completamente real de perder la vida.

Sin embargo, durante un tiempo, Plutarco Elías Calles vio con buenos ojos esta campaña. Seguramente, en su fuero interno, se decía: "Está bien que Vasconcelos entre a este juego, porque si aparentamos que puede ganar, las elecciones tendrán más legitimidad. Además, hay un acuerdo tácito para que nunca me critique directamente, siempre hablará de la corrupción de pequeños líderes o de los sindicatos". Lo que Calles no se esperaba era que, de pronto, los campesinos, los mineros y los obreros se entusiasmaran demasiado con la presencia de Vasconcelos. Cada que él hablaba, la gente se encendía. De hecho, comenzaron a haber vasconcelistas muertos en los enfrentamientos contra los callistas. Conforme pasaban los días, cada vez había más asesinados, pero igualmente había gente más indignada contra Calles.

Uno de los episodios más recordados de esta campaña fue el asesinato de un joven orador...

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