Un mentor generoso

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"En general apacible y de sonrisa fácil", describió Miguel León-Portilla a Guillermo Soberón Acevedo al contestar, en 1981, el discurso de ingreso a El Colegio Nacional (Colnal) del doctor en Química Fisiológica. Resumía así el talante de su colega y amigo, ambos formados en la Universidad Nacional Autónoma de Mexico (UNAM).

El ingreso del médico sucedió en 1981, año en el que culminó su segundo periodo como rector de la UNAM, y fue precisamente a la Máxima Casa de Estudios a la que dedicó su reflexión ante el claustro del Colnal.

Vislumbraba Soberón los retos que debía enfrentar la Universidad, como guía y ejemplo para otras instituciones de educación superior, ante el atisbo de la irrupción de las nuevas tecnologías.

"En las universidades no se trata simplemente de cumplir con un cometido, sino de cumplirlo bien. Esto da lugar a la competitividad académica que trae consigo la excelencia", señalaba.

"Los verdaderos universitarios, críticos por inconformes con los demás, son también autocríticos por inconformes consigo mismos".

Entre sus logros, garantizó la autonomía de las universidades y emprendió el Programa de Descentralización de Estudios Profesionales, que permitió la creación de lo que hoy es la Facultad de Estudios Superiores.

Con él nacieron la Facultad de Psicología y la Escuela Nacional de Trabajo Social e impulsó el Sistema de Universidad Abierta. Además, promovió la descentralización académica y fue artífice del Centro Cultural Universitario.

El lunes 12 de octubre, cuando se supo de su muerte, fue...

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