Mexicar / Líderes nefastos

AutorEnrique Canales

Los que acusan a las autoridades de la muerte de los obreros en la planta de Sicartsa confunden los eslabones de la cadena de causas y efectos. El gobierno lleva semanas buscando que se establezca la ley y sin embargo Napoleón Gómez Urrutia no quiere soltar el gran hueso heredado de su padre. Ese hueso podrido lo sostiene a él y a sus incondicionales, quienes no quieren desocupar lo que no es suyo.

Los líderes nefastos necesitan pertrecharse protegidos por un círculo de porros violentos para mantener su propia pudrición. Napoleón Gómez Urrutia es el culpable de la violencia que se generó en la planta de Sicartsa cuando las fuerzas del orden por ley necesitaban hacer respetar la ley.

Otra vez, el libro El dedo de oro de Guillermo Sheridan resulta pertinente y de actualidad porque describe el poder absoluto de un líder, sostenido a base de porros violentos y corrupción total. El PRI ha estructurado una red de líderes nefastos para aprisionar a los obreros dentro de unos sindicatos. Esta red ahora apoya a Napoleón Gómez Urrutia: pero igual de pertrechados están Hernández Juárez, Romero Deschamps, Agustín Rodríguez, Gamboa Pascoe, Carlos Pavón, Vega Galina, González Cuevas y cientos y cientos amamantados por el PRI y ahora, a veces, atendidos por el PRD quien se ha apropiado de buena parte del PRI.

Una democracia formal protege antes que nada a cada persona permitiéndole que tenga opciones para moverse con libertad y separarse o juntarse con otras personas para formar grupos libres. Los sindicatos, al no permitir ni cultivar el voto secreto y confidencial de cada trabajador, se convierten en cotos de poder absoluto.

Los sindicatos al corromper sus elecciones internas le han quitado la libertad a cada trabajador. El voto a mano alzada en asambleas sindicales apachurra las expresiones de los disidentes, además evitan la emergencia de planillas opositoras y todo esto promueve la emergencia de líderes sindicales locales y nacionales, totalmente corruptos, protegidos por porros. Napoleón Gómez Urrutia sacrificó a los obreros muertos para mantener sus canonjías.

Uno de los obligados a hacer cumplir la ley en Sicartsa nos relata: "...la fuerza pública de Michoacán acudió, en cumplimiento de un mandato legal, en apoyo de las fuerzas federales. Fue recibida con una lluvia de bolas de molino, esferas de acero del tamaño de una pelota de beisbol, acompañadas de bombas molotov, disparos de armas de fuego y el embate de tres máquinas retroexcavadoras usadas...

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