Miguel Oropeza Caballero / Las Malvinas Japonesas

AutorMiguel Oropeza Caballero

Además de ser potencias futboleras en sus respectivos continentes, Argentina y Japón tienen otra cosa en común: ambos cuentan con fechas para conmemorar la perdida de territorio isleño a manos de potencias externas.

En Japón, este día es el 7 de febrero, en el cual se hacen peticiones a Rusia para que regrese la soberanía nipona a una serie de islas ilegalmente confiscadas al cierre de la Segunda Guerra Mundial.

Estas peticiones provienen no solo de aquellos desplazados por la invasión, sino del mismo Primer Ministro Shinzo Abe, quien ambiciosamente busca llegar a un acuerdo con los rusos antes de inaugurar la sesión del G20 en Osaka a mediados de este año.

El actual Gobierno está lejos de ser el primero que ha buscado la retrocesión de las islas, pero es el que más ha hecho para recuperarlas, incluyendo 25 reuniones entre Abe y Vladimir Putin. No se podría esperar menos del hombre que llegó al poder bajo la bandera de "Recuperar Japón".

Cualquier juez imparcial reconocería que las cuatro islas en disputa (Kunashiri, Etorofu, Shikotan y Habomai) están bajo una ocupación ilegitima y deberían de serle retornadas a Japón sin reservas. En el tratado de Shimoda, firmado en 1855, Rusia estableció relaciones con Japón y acreditó que las islas hoy en disputa eran japonesas. En 1945, Moscú violó un acuerdo de neutralidad que había firmado cuatro años antes con Tokio y confiscó varios dominios nipones, incluyendo estas islas. Once años más tarde, ambos países llegaron a un entendimiento en el cual solo dos islas, Shikotan y Habomai, regresarían a administración japonesa y se firmaría un tratado de paz formal. Nada de esto ha sucedido.

A pesar de presentarse como víctima de agresión en la Segunda Guerra Mundial, paradójicamente Rusia no esconde que se adueñó de las islas como botín de guerra (tal y como se apoderó sin justificación alguna de tierras finlandesas, polacas, rumanas sin hablar de su incorporación forzosa de las tres repúblicas bálticas).

Sin embargo, en los últimos años los rusos han mostrado cierta voluntad de cumplir su palabra con Japón, pero persiste el factor geoestratégico en los cálculos del Kremlin.

Dada la alianza militar entre Tokio y Washington, los rusos se preocupan de que ceder las islas pueda resultar en una presencia norteamericana en el mar de Okhotsk -aguas incuestionablemente rusas y estratégicas para su posición en el lejano oriente-. Rusia cree que Japón no ha hecho lo suficiente por solucionar este obstáculo (o...

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