Las mil y una noches 'condechi'

AutorBerenice Andrade

Aquí no hay califas legendarios con cientos de odaliscas a su disposición. Las mujeres bailan a su gusto, mientras los hombres hacen lo mismo en una sincronía muy ad hoc con la equidad de género.

De Harem sólo tiene el nombre, pues aunque los motivos árabes resaltan en su decoración y su carta está repleta de platillos libaneses, nunca se cumple en este lugar la promesa de encontrar a esas decenas de mujeres que se despojan de sus siete velos al ritmo de la música.

La ruidosa y noctámbula Tamaulipas de la Condesa aloja este lugar, que por las tardes funciona como restaurante-lounge y por las noches como antro-bar.

Desde el oficinista que no se quitó la corbata, hasta el grupo de parejas ajuareadísimas con gel, perfume, maquillaje y tacones abundan.

Aunque Harem también atrae al despreocupado, que se siente cómodo con los jeans viejos y los tenis gastados, y al neo hippy con pantalones de manta y morral.

En este sitio se experimenta una buena convivencia "multicultural" gracias a la ausencia de dress code y a que la cadena es una mera formalidad.

Un poco para todos

El oficinista y sus cuates pueden tomar la copa en una de las mesas regadas por el lugar. Lástima que sus posibilidades de ligue sean mínimas: casi todas las chicas van emparejadas; pero para ahogar la rutina laboral pueden aprovechar la coctelería rica en martinis (de $55 a $100) o de plano pedir botella (de $900 a $4 mil).

Las parejitas fresonas en busca de baile no tendrán queja. Aunque no hay pista, entre las mesas podrán sacarle brillo al piso con los grandes éxitos poperos de ayer, hoy y siempre, una que otra en inglés y el obligado reggeaton.

La mezcla musical es...

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