Una mirada a través del tiempo

AutorJosé Arrieta

FOTOS: KARLA AYALA

MICHOACÁN.- La memoria de Cuitzeo está en el agua. A la vera de su lago han crecido civilizaciones y pueblos, lenguas y formas que han depositado sus huellas.

Esa peculiar sensación es la que recibe al viajero en este sitio, ubicado a medio camino entre Morelia y la Ciudad de México.

Las raíces de este Pueblo Mágico se sumergen en la historia. Fundada por teotihuacanos y purépechas, su nombre significa "lugar de tinajas de agua" y en sus inmediaciones hay rastros de la cultura chupícuaro, la cual habitó esta fértil ribera hace más de 2 mil 500 años.

En la zona arqueológica de Tres Cerritos, parte imprescindible de un itinerario por este pueblo, quedan vestigios tangibles de su grandeza.

Sin embargo, quien revolucionó la vida en esta región, como en todo el estado, fue Vasco de Quiroga, primer obispo de Michoacán.

"Cuando llega Don Vasco a esta zona, se dedica a fundar pueblos hospitales, donde no sólo se trata a los enfermos, sino que se educa a los artesanos del lugar y se convierten, pronto, en el corazón de las comunidades", resalta el experto Raymundo Ramos.

La artesanía local es la escultura en caña de maíz. Consagrado principalmente a figuras religiosas, este material destaca por su ligereza y flexibilidad, la cual fue aprovechada por los habitantes de la zona para crear imágenes sorprendentes.

También hay creaciones en tule, una colorida fibra que adquiere las formas de cestos, bolsos y canastas.

En torno al parque central de la localidad hay edificios que, sin hablar, detallan el avance de la población, que cobró gran importancia por su producción pesquera. El primero es el Hospital de San Francisco, que data de mediados del siglo 16; la segunda, la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, del siglo 17 y, por último, el Convento de Santa María Magdalena.

ECOS RELIGIOSOS

Al entrar al portal de peregrinos, si se afina la vista, se pueden encontrar escenas religiosas que han superado la prueba del tiempo. El impresionante mural El Juicio Final, que data del siglo 17, es una muestra de ello.

"El Convento era un punto muy importante en el pueblo. El lago de Cuitzeo es de agua salada, entonces se tenían que hacer pozos para el agua dulce. De los ocho que había en el pueblo, hasta la década de los 50, cuatro aún estaban aquí", detalla Ramos.

Sus altos muros destilan historia. Fue el quinto convento instaurado en la región, lo cual habla de la relevancia que cobró Cuitzeo en el pasado. El dispensario en su atrio...

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