Miradas feministas

AutorIsrael Sánchez

Al pie de la Antimonumenta, después de haber compartido un doloroso episodio de abuso ante miles de mujeres concentradas y marchando hacia el Zócalo capitalino, una joven "encapuchada" es cobijada por sus compañeras en un abrazo que materializa la consigna: "¡No estás sola!".

La bandera de México, pero en rosa metálico y con la huella ensangrentada de una mano al centro, desfila por las calles de Guadalajara junto a una enorme marejada de mujeres.

Y en Toluca, decenas de jóvenes, madres e hijas, apiladas en el suelo, en silencio, emulando los cuerpos despojados de vida de aquellas hermanas cuya ausencia las ha movilizado.

Estampas del histórico 8 de marzo que atestiguó el País este año, inmortalizadas por la lente de tres jóvenes fotógrafas feministas: Daniela Moctezuma, Alina Rojo y Montserrat Reyes, "LaShenka Mx". Todas ellas convocadas por la diputada Gabriela Osorio para mostrar su trabajo en el Congreso de la CDMX.

Y aunque si bien el arribo de la pandemia de SARS-CoV-2 obligó a posponer la inauguración de la exposición Sin nosotras para el mundo -originalmente agendada para el 17 de marzo, y aún sin una nueva fecha para abrir-, la difusión de sus fotos en las redes de las creadoras ha cumplido con el mismo objetivo: descentralizar el movimiento feminista a través de la fotografía, mostrando lo que ocurre en las marchas de otras entidades además de la CDMX.

"Estas marchas y el propio movimiento feminista son algo que ya llegó a toda la República Mexicana", celebra en entrevista Moctezuma, estudiante de Comunicación en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), quien cubrió la marcha del 8M pasado en Toluca.

"Aunque la lucha sea la misma y el objetivo y el ideal sea el mismo -con sus respectivas variantes, según el feminismo que cada quien practique-, nunca va a ser igual una marcha o una concentración en la Ciudad de México que acá en Guadalajara o en las periferias", opina, por su parte, Rojo, egresada de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Del Valle de Atemajac, en Zapopan, Jalisco.

Desde la cantidad de asistentes que deciden darse cita, el escenario ya es distinto. En la Capital del País, Reyes, fotógrafa documental independiente, se encontró con la marcha con más gente en la que había estado -80 mil, según estimaron las autoridades-, lo cual, admite, fue sorprendente y complicado.

Su atención, inicialmente puesta en la inédita multitud reunida y sus elaborados carteles, pronto viró a escenas como los disturbios en el Eje Central, donde una de las marchistas pintó en el suelo con aerosol "ASESINOS" delante de una hilera de uniformadas del Grupo Atenea, o el momento en el que varias mujeres unieron fuerzas en el Zócalo y voltearon una camioneta entonando la sentencia antipatriarcal: "No se va a caer, lo vamos a tirar".

"Estos son actos simbólicos para el movimiento, de visibilidad, de decir: 'Mírenos, estamos actuando, ¡ya no más silencio!'", expresa Reyes sobre sus compañeras, quienes clausuraron aquella jornada corriendo y bailando alrededor de una gran fogata, tomadas de las manos y lanzando consignas.

"A mí se me hizo un acto de una unión muy bonita. Fue un momento muy bonito, creo, para todas, donde se nos quita el miedo. Yo lo disfruté mucho".

En Guadalajara, contrasta Rojo, la marcha transcurrió de manera más apacible en cuestión de disturbios, aun con la presencia de manifestantes que no se habían detectado antes.

"Esta ocasión, a diferencia del año pasado, ya hubo pintas, ya hubo contingentes radicales presentes, cosa que yo no había visto en ocasiones pasadas.

"Yo me enfoqué en captar parte de eso, pero también parte de quienes no son tan radicales, pero sí muy claras en su objetivo y transmiten un mensaje a...

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