Miradas en libertad

AutorSergio R. Blanco

Cuando María García recuerda sus inicios con la cámara, narra el pasado como si lo estuviera viendo en fotogramas. Su carrera fue una pasión, pero también una batalla que tuvo que ganar todos los días: "A mí me costó mucho trabajo hacerme un hueco como fotógrafa: había puro caballero cuando empecé".

Todo inició aquella mañana de los años 60 en que su marido, el fotógrafo Héctor García, se ausentó unas horas del laboratorio. Ella lo había observado trabajar secretamente durante una semana. Se encontraba allí sola, rodeada de rollos: "Lo hago", se dijo, y se puso a mezclar los químicos para revelar las películas. Con aquel acto, se convirtió en la asistente de su marido en el laboratorio.

Pero ése fue sólo el principio de la historia. Tiempo después, otra mañana en que Héctor García estaba de viaje, Elena Poniatowska llamó a María: "Ándale, agarra la cámara y vámonos". María titubeó sólo un segundo: "Tomé el equipo, y nos fuimos las dos. Así empecé a fotografiar".

Después de ésa, vinieron muchas más entrevistas.

SER MUJER

A 40 años de sus inicios, María García convocó a fotógrafas de todo el país -noveles y consagradas- para que presentaran una pieza de técnica libre a partir de la siguiente consigna: Ser mujer.

"Mi intención era que ellas, desde su libertad, sin ninguna represión, expresaran lo que quisieran".

De las casi 500 imágenes recibidas en la Galería Fundación Héctor García, el jurado decidió colgar el trabajo de 45 fotógrafas. El corpus de fotografías expuestas no busca mostrar de forma exhaustiva lo que hacen hoy las creadoras en México, pero sí es un termómetro de cómo se ven las autoras cuando no se sujetan a los dictámenes institucionales. El reto, según Ireri de la Peña, que hizo la selección junto con Elsa Medina y Lizeth Arauz, fue elegir imágenes de calidad, pero sin caer en una versión edulcorada o trillada de lo femenino, un concepto que, en su opinión, ya está desgastado de tanto usarlo.

"La sorpresa grata fue que recibimos trabajos bastante arriesgados que difícilmente se habrían presentado a una bienal. En fotografía tomar un riesgo consiste, precisamente, en movilizar las cosas, en términos visuales, hacia un lugar diferente", explica De la Peña.

Al recorrer los dos pisos del espacio ubicado en Cumbres de Maltrata 581, Col. del Periodista, un elemento omnipresente en las imágenes es el cuerpo femenino. Las imágenes recurren al cuerpo de formas disímbolas, a través de autorretratos, de piernas etéreas que parecen...

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