MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Yo simpatizo mucho con los que creen en Dios, porque están muy bien acompañados; pero simpatizo más con los que no creen en Él, porque a veces deben sentirse muy solos.

El creyente, aunque no pueda saber si aquello en lo que cree existe verdaderamente, tiene un asidero: la oración. Puede ser acción de gracias, o voz callada de la desesperación, pero ahí está siempre, lazo invisible que une a la indigencia humana con esa fuerza universal de amor llamada Dios.

Hace unos días conocí una hermosa oración escrita...

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