MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Era un mal hombre, he de decirlo.

No trabajaba; su mujer tenía que lavar ajeno para que hubiera en la casa qué comer. Además se emborrachaba todos los días con el dinero que le sacaba a su pobre madre. Y si la esposa le decía algo la golpeaba.

Un día amaneció muerto. Es explicable: la noche anterior, aprovechándose de su embriaguez, ella le dio a beber un vaso de aguardiente al que le puso una cucharada grande de arsénico.

Nada habría sucedido, aparte de la muerte del sujeto, si no es porque a uno de los individuos que vinieron a recoger el cadáver le pareció raro el...

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