MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

A mi esposa y a mí nos gustan los rompecabezas.

Inofensivo entretenimiento es ése, de antigua tradición.

Con él se ejercitan virtudes como la paciencia y la constancia. A nosotros nos hacen recordar al querido tío Refugio, jubilado ya, que solía armar rompecabezas para entretener las horas. Después de desayunar le decía a su esposa, la tía Conchita, levantándose de la mesa para ir al rompecabezas:

-Me voy. Tengo mucha chamba.

Ahora estamos haciendo con nuestros nietos uno muy bonito. En él aparece una niñita en el gallinero de una granja. Tiene en la mano el huevo que acaba de poner una gallina, y lo mira, intrigada, mientras en torno de ella andan los pollitos.

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