Mirador

AutorArmando Fuentes Aguirre

San Virila se conmovió con aquel niño que temblaba, y a todos suplicó le dieran ropa para quitarle el frío del invierno.

-¿Por qué no das la tuya? -le preguntó uno.

-Yo visto harapos -respondió San Virila-. Estos jirones son indignos de abrigar a una criatura recién salida de las manos de Dios.

La gente volvió la espalda y se alejó. Y dijo entonces San Virila:

-Si los hombres no cubrimos a este pequeñito su Padre lo cubrirá.

Hizo un ademán, y se abrió un agujerito en el cielo, y un...

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