MIRADOR

AutorArmando Fuentes Aguirre

Recuerdo, Terry, amado perro mío, que tú tenías la facultad de ver lo que nosotros no veíamos.

Una noche mi esposa y yo estábamos frente a la chimenea en la casa del Potrero. Tú dormías a nuestros pies, en el tapete. De pronto levantaste la cabeza, los ojos fijos en un punto atrás de nosotros. En seguida pusiste en nosotros una mirada de interrogación.

Lo mismo sucedió las siguientes noches.

-Está viendo algo -dije yo.

-Está viendo a alguien -dijo mi mujer.

Al día siguiente vino doña Rosa y roció las paredes de la casa con agua de San Ignacio. Esa agua sirve, según la buena gente de Ábrego, para ahuyentar los espíritus que andan por...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR