MIRÓN DE PALO / Gasolineras

AutorPedro Lara y Malo

Ocasionalmente, la lectura de ciertas noticias me produce una genuina indignación, agruras o hasta urticaria, urgiéndome inmediatamente a compartir mis malestares con ustedes.

Imaginen pues, queridos lectores, que trabajan para una empresa que participa de uno de los sectores más lucrativos de la economía, pero, en lugar de recibir un sueldo a cambio, son ustedes quienes deben pagar por laborar allí.

Por increíble que parezca, lo antes descrito es algo que la gran mayoría de nosotros hemos atestiguado al detenernos en una gasolinera con el fin de llenar el tanque de combustible de nuestro auto, atisbando con indiferencia o desconocimiento al interior de una práctica abusiva que ya debería constar en los libros de historia como una forma arcaica de explotación o, mínimo, como una de esas cosas que producen vergüenza, por ser absolutamente contrarias a la lógica del progreso social.

Desgraciadamente, se trata de una costumbre que se ha enquistado para veneficiar a unos cuantos, en este caso a los dueños de las gasolineras, los cuales aprovechan una situación que la 'legalidad' protege y legitima, al autorizar que las propinas sean un componente (en este caso el único) del salario.

Así, la propina que usted y yo entregamos al recibir nuestro tanque lleno, no sólo es tenida como el sueldo que percibe el empleado que nos atiende, sino que de allí, además, éste tiene que destinar una parte al pago de sus cuotas sindicales e, incluso, a la adquisición de un derecho de piso que significa tener asignada una bomba para poder despachar combustible.

En la mayoría de los casos, ni siquiera existe un contrato de trabajo. Y aunque la relación laboral se presume, la inmensa mayoría de los empleados de las gasolineras ni siquiera han sido dados de alta en los servicios de seguridad social.

¿Cómo es posible, entonces...

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