MIRÓN DE PALO / Esta noche

AutorPedro Lara y Malo

Está claro que cada quien hace de su vida lo que quiere, pero en este fugaz pedacito que es la mía ya no hay lugar para celebraciones. De hecho, ni siquiera soy capaz de entender cómo es que a las lumbreras de los diferentes niveles de Gobierno se les ocurrió organizar tan magna chorcha, decretando megapuentes, iluminando el Zócalo y queriendo posar en el balcón de Palacio Nacional con una señorita que ganó el concurso más sexista del universo, adosándole el título de Miss, vocablo anglosajón que mi subconsciente sólo puede relacionar con cierta solterona que fungía como directora de la escuela primaria donde estudié, y que por cierto era un auténtico hígado bilioso.

Sinceramente, creo que toda celebración relacionada con eso que llamamos Patria debería posponerse hasta que tuviéramos una de verdad: una que nos brinde sosiego, que gratifique el trabajo, que reconozca el esfuerzo, que premie la honestidad...

Por el contrario, lo que en realidad ocurre es que lo banalizamos todo y nos apuntamos al primer bombardeo con tintes de feria que nos pongan enfrente, aunque en el fondo no tengamos ningún motivo real para inmolarnos en aras de un terruño ya medio yermo, azotado por la injusticia y la violencia indiscriminada, donde cada cosa buena que hacemos es aplastada en un instante por esa turba ingente que lo único que quiere es un pretexto para vivir en la fiesta.

Qué tan banal será la conciencia del tenochca promedio que hasta los más contrarios a la Patria se regocijan viendo ondear la banderita desde el borde de la ventanilla de su vehículo; o como cierto microbusero patrio que vi circulando en estos días sobre el Eje 8, casi a la altura de Universidad, el cual además de una bandera...

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