Monterrey: con corazón de acero

AutorIvett Rangel

Enviada

MONTERREY, Nuevo León.- Un coloso ha despertado con el llamado del Fórum Universal de las Culturas: el Alto Horno de la Antigua Compañía Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey, S. A.

Esa estructura metálica, el corazón del Parque Fundidora, dejó de ser un mero ornamento. Desde agosto pasado es Horno 3: Museo de Acero, Ciencia y Tecnología al Rojo Vivo, un centro interactivo en el que se honra la importancia de ese material en el desarrollo industrial de México y su presencia en la vida cotidiana. El centro ofrece un espectáculo de luces y sonido, proyecciones tridimensionales y un paseo que te eleva a más de 40 metros de altura.

Este horno, sin embargo, no es lo único que parece haber regresado a la vida en el parque. La Nave Lewis (hoy Centro de Exposiciones del Parque Fundidora) acoge dos exposiciones de más de 3 mil metros cuadrados cada una: "Isis y la Serpiente Emplumada", en la que se presentan, por primera vez, las similitudes y diferencias entre Egipto antiguo y México prehispánico a través de dos deidades: Isis y Quetzalcóatl.

Y "América Migración", en la que a través de 900 piezas provenientes de 30 museos, se busca entender a este continente como resultado de la migración y el mestizaje étnico.

Pero aún hay más. Monterrey, gracias a una inversión de 3 mil millones de pesos, presume una nueva imagen de sus lugares emblemáticos. Un ejemplo se encuentra en la integración urbanística de la Macroplaza y el Barrio Antiguo con el Parque Fundidora, a través del Paseo Santa Lucía.

Al puro estilo del RiverWalk de San Antonio (Texas), este canal de 2.5 kilómetros de largo lleva del centro al parque mientras los pasajeros se fascinan con los puentes, pasos peatonales, restaurantes, esculturas y fuentes que decoran el recorrido.

Un puente circular recuerda la historia de una mujer que murió en manos de su prometido luego de haber perdido su anillo de compromiso en el río de Santa Lucía. Cada noche, cuenta la leyenda, la mujer sale a buscarlo.

Y aunque aún no navega el total de las embarcaciones y todavía no están abiertos todos los restaurantes, el canal ha conquistado no sólo a los locales que gozan de un nuevo lugar para pasear, sino también a los visitantes que tienen otro pretexto para regresar a la capital regia.

El paseo luce en todo su esplendor después del atardecer, concluye con una imagen digna de postal: una laguna con un crisol de la vieja fundidora hecho fuente, y una vista serena del Cerro de la Silla al fondo.

¿Y en...

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