En movimiento

AutorVania Arzola

Antes de correr o saltar, hay que caminar. De la misma forma, para practicar un deporte o tocar un instrumento, primero tiene que trabajarse lo básico: la motricidad gruesa y fina.

Con ellas se incrementa la fuerza para controlar, coordinar y desarrollar movimientos a través de diferentes destrezas a partir de los 6 años, comenta Arturo Pastrán, con formación en pedagogía.

"La importancia de la motricidad es que el pequeño va a conocer el mundo a través de su cuerpo, adquiere sus primeros conocimientos, va descubriendo que es una fuente de sensaciones y, con ello, de acciones", explica el profesor de teatro.

Paola Garnica, maestra en Pedagogía de la UNAM y docente de primaria, aclara que aunque ambas motricidades se complementan, pues una tiene que ver con la otra, son muy diferentes.

"La gruesa se refiere a todos los movimientos que tienen que ver con la fuerza y el cuerpo (piernas, brazos y abdomen), e implica esa capacidad que se tiene para calcular espacio y tiempo", establece.

"La fina es la habilidad de manipular objetos y coordinar acciones; tiene que ver directamente con el ojo y la mano".

La integrante del Colegio de Pedagogos aclara que se deben potenciar con actividades específicas.

"En la primaria baja, en 1° y 2°, se sigue trabajando con un desarrollo motriz grueso; en la primaria alta se van vinculando, pero hay de por medio una lecto-escritura ya definida y las actividades que no se lograron repercuten (en otros ámbitos)".

Los expertos coinciden en que una problemática que acecha el déficit de estas habilidades es...

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