Movimiento obrero: Una hegemonía que se desvanece

Enfoque / Especial

El sindicalismo oficial pierde terreno cada día en su representación legislativa. No obstante ser uno de los sectores más numerosos y emblemáticos del Partido Revolucionario Institucional, su presencia en la actual legislatura se limita a 41 de los 500 diputados y a 11 de los 127 senadores. Más aún, para el proceso electoral del 2000 el sector obrero únicamente logró afianzar la candidatura de 37 de sus representantes, seis para la Cámara Alta y 31 para ocupar una curul en San Lázaro.

El movimiento obrero llega así a la última celebración en este sexenio del Día del Trabajo. Un sexenio que terminó con los tradicionales desfiles y que atestiguó la desaparición de sus dirigentes históricos -entre ellos Fidel Velázquez- y la paulatina pérdida de su fuerza política.

Con la crisis económica quedaron atrás las procesiones oficiales de 200 mil obreros y las manifestaciones de lealtad al presidente de la República, para dar paso a crecientes manifestaciones de disidencia y descontento por parte de trabajadores inconformes.

A partir de 1994 el movimiento obrero ha sufrido transformaciones y pérdidas: la fragmentación de las centrales obreras, la desincorporación de miles de trabajadores de las filas del sindicalismo oficial y la creación de nuevas agrupaciones laborales.

Adiós a los desfiles

Cinco meses después de que Ernesto Zedillo tomara posesión como Presidente, Fidel Velázquez dio una orden tajante en relación con el tradicional desfile del 1o. de mayo: "No se celebrará el acto porque de la clase trabajadora emanan esos gastos que ahora no se pueden hacer".

Los efectos de la depresión económica desatada en diciembre de 1994 hacían prever la posibilidad de muestras de descontento por parte de los trabajadores hacia el Ejecutivo federal.

El sexto año de la administración de Carlos Salinas fue la última ocasión en que se celebró la parada obrera. Durante 75 años ininterrumpidos se llevó a cabo el único acto institucional en el que las centrales obreras refrendaban su lealtad al Poder Ejecutivo.

El descontento de la clase trabajadora, propiciado por la crisis económica y la pérdida del poder adquisitivo del salario, se había hecho presente durante la celebración de 1994 cuando cerca de un millón de obreros marcharon por las calles exigiendo aumentos salariales y una reforma a la Ley Federal del Trabajo.

Para 1995, la plancha del Zócalo ya no fue disputada por organizaciones oficiales e independientes. Ese año arribaron a la plaza...

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